Capítulo 6

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Rigby nunca había pensado la posibilidad de tener relaciones con una persona. Nunca se preocupó por esas cosas, siempre dejaba de lado ese tema debido a la vergüenza que le daba. Las posibilidades eran extrañas, y no eran buenos temas de conversación de cualquier manera. Por eso el simple toque de cualquier persona se convertía en algo nuevo y maravilloso.
Se sentía nervioso cuando besaba a Mordecai, sus pequeñas y tímidas manos se sostuvieron de sus hombros mientras que las de su opuesto se quedaban en su cintura, apegándolo más a él. Parecía saber muy bien lo que debía hacer. La lengua del peliazul se introdujo en su boca, inexpertamente intentó seguirle el ritmo, pero se le hacía difícil. Tal vez sólo debía dejar de forzarlo, y dejarse llevar…
Ambos se recostaron en el piso, las manos del chico de ojos azules se deslizaron bajo la camiseta del menor, su tacto era agradable para ambos y Rigby sintió como una especie de corriente eléctrica que se deslizaba por su columna, haciéndolo estremecer. Su camiseta fue quitada, dejando su pecho al descubierto, comenzó a lamer sus pezones y a mordisquearlos con suavidad. El rostro del moreno se volvía cada vez más rojo, y cerraba sus ojos con fuerza por las sensaciones que le provocaba el mayor. Deseaba tanto tenerlo, liberarse a través de un placer carnal nunca probado; interiormente deseaba demostrar que podía más. Su lengua se deslizó por todo su pecho, delineando su poca musculatura, el castaño arqueó su espalda mientras soltaba un suspiro. Se sentía demasiado bien, era un sentimiento nuevo y fuerte que nunca antes había sentido, quería que esas emociones siguieran surgiendo, pues la disfrutaba infinitamente. El pequeño se preguntó cómo serían las cosas de ahora en adelante, seguramente serían una bonita pareja. Porque si alguien tenía sexo siempre terminaban siendo pareja, ¿verdad?
Bajó lentamente sus pantalones dejándolo solo con sus bóxers negros; el saber que pronto estaría completamente desnudo hizo que a Rigby se le pusieran los pelos de punta. Aún no estaba preparado para lo que estaban por hacer. Pero era tal vez era la única oportunidad que tendría en mucho tiempo, así que debía dejar sus miedos a un lado y disfrutarlo. Mordecai le quitó la ropa interior y abrió sus piernas, dejando a la vista su pequeña y virginal entrada. Con una sonrisa de lado preguntó:
—Rigby, ¿eres virgen?
El chico de ojos dorados miró hacía un costado, no podía mirarlo. ¿Cómo esperaba que respondiera aquella pregunta? Le avergonzaba decir que sí -era una verdad indiscutible- pero no podía admitirlo, en especial pensando que Chad era completamente no-virgen y probablemente todo un experto en el asunto.
Mordecai tomó su mentón haciendo que lo viera a los ojos.
—Creo que esto explica un poco el porque estás siempre estás tan rígido. — Acercó sus labios a su oído para hablarle en un susurro— Voy a abrirte un nueva forma de ver las cosas.
Abrió el cierre de su pantalón y bajó sus prendas, inclusive su ropa interior, dejando a la vista su gran miembro. Pero al pensar mejor las cosas se dio cuenta de que podría provocarle daño si no lo preparaba antes, lamió dos de sus dedos y los introdujo en la entrada del menor. Rigby dio un pequeño quejido de dolor, era algo extraño pero no le desagradaba del todo, luego de un rato el movimiento de los dedos de su amado lo hizo querer desear más.
—Creo que ya estás listo— comentó Mordecai mientras sacaba sus dedos e introducía algo más grande en su interior. Se sentía condenadamente bien estar dentro de alguien tan estrecho, su cuerpo tenía un atractivo especial que no se veía todos los días.
Rigby comenzaba a acostumbrarse al dolor y pronto solo sentía placer, su rostro sonrojado y sus brillantes ojos dorados eran un gran espectáculo para cualquiera que lo viera en ese momento. Sus brazos se cerraron alrededor de su cuello, sus embestidas eran cada vez más fuertes y solo podía tirar su cabeza hacia atrás, su vista estaba nublada por el placer y sus gemidos eran más frecuentes.
Dirigió su vista hacia la puerta, ésta al parecer estaba abierta, ¿alguien los había estado espiando? En ese momento le daba igual, tomó la iniciativa y comenzó a besarlo de la misma forma que lo hizo con él al principio. Si seguían vigilándolos que al menos tuvieran un buen espectáculo.
Esa noche, tal vez su cuerpo se sentía más relajado pero su mente y corazón iban en sentidos opuestos, confundiéndolo cada vez más. Algo dentro de su mente gritaba que lo que habían hecho era cosa de una sola vez, pero su corazón tenía la esperanza de que las cosas fueran a cambiar para ambos y para mejor.
Apenas apoyó su cabeza en la suave almohada, se durmió de inmediato. Hubiese sido mucho mejor que él estuviese durmiendo con él -¿no se supone que eso hacen las parejas?-, pero dado que tenía que ir a su propia habitación eso era imposible. Tal vez en otra oportunidad pudiese hacerse.
En sus sueños veía dos ojos verdes en una oscuridad absoluta, estos brillaban con gran intensidad como si trataran de decirle algo. Aunque no sabía lo que significaba, no dejaba de pensar en eso al despertar.
Sentía su cuerpo hecho trizas, al levantarse se sorprendió de no ver a su compañero de cuarto. Se fijó en el reloj que estaba cerca de la cama, estaba llegando completamente tarde. Se cambio lo más rápido que pudo, aunque eso casi era imposible debido al dolor en sus partes bajas, y salió de la mansión para ir directamente al salón donde ensayaban. Al entrar vio como Chad ocupaba su papel mientras el señor Mellard veía la actuación con su rostro serio, su cuerpo se encorvaba hacia el bastón que sostenía su mano y pareció no darse cuenta de que Rigby entró lo más silencioso posible.
Mordecai tampoco se inmutó de que hubiese regresado, de hecho no apartaba su vista de la de Chad quien parecía feliz con su puesto. Aunque solo fuese de suplente temporal.
—Benson, lo siento.— dijo Rigby mientras se acercaba al lado del gerente que solo lo miró de reojo, una mirada llena de decepción.—Es que yo… creí que la alarma…
—Ve a sentarte— ordenó el pelirrojo mientras se concentraba en interpretar las facciones del señor Mellard para ver si le satisfacía el resultado de tanto esfuerzo.
—No está mal.— anunció el dueño del parque con su voz temblorosa y gruesa de anciano.— Dado que han tenido tantos avances, creo que lo mejor sería que mañana por la noche se haga la obra, además se nos está acabando el tiempo y es importante que se haga lo antes posible.
Mientras seguía hablando, Rigby lo ignoraba, estaba prestando atención a Chad y a Mordecai que hablaban en susurros. Parecía que el peliazul le dedicaba la misma sonrisa que había utilizado con él la noche anterior, ¿Qué significaba eso?
Claro que lo sabía, o al menos una parte de él estaba seguro de ello. Lo había utilizado y lo permitió, se sentía desamparado, sucio y deshonrado. Había dado algo precioso y de gran valor para después no recibir nada.
¿Y si estaba equivocado? Tal vez, solo era un malentendido. Sí, eso debía ser.
Pero cuando pasó a su lado, junto con Chad, ignorándolo completamente, Rigby se dio cuenta de que sin duda alguna no estaba erróneo en cuanto a su pensamiento. Cruzó miradas con el chico de ojos verdes, la tensión que se formó entre ellos podía cortarse con una sierra. Pero Mordecai ni siquiera parecía haber notado que habían dos chicos peleando por él.

El mapache negro (Morby)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora