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Recuerdo una vez que ella estaba muy preocupada por que un niño de su salón de clases le había dicho que era muy bonita y le gustaría ir a tomar algo con ella.  En cuanto llego de la escuela me marco para contarme. Me reí tanto de ella. Le dije que su amigo le estaba pidiendo una cita. Se alegró mucho de que fuera eso porque a ella ese pequeño jovencito; “Erik” también le llamaba la atención.
Dos días antes de su cita me hizo que la acompañara a comprarse un vestido. Las dependientas de la tienda o pensaban que yo era gay, o decían que ella y yo éramos novios. Para ambas cosas ella respondía rápido y a la defensiva. La verdad a mí no me molesto que nos creyeran una pareja. Lo sentí muy normal. La mujer que la estaba atendiendo le paso un vestido blanco con flores azules de manga de camiseta ajustada hasta la cintura y con vuelo en la falda. Cuando salió del probador para verse en el espejo, aquella mujer me dijo algo quedo: tienes una hermosa novia. Es la niña más linda que jamás haya visto. Cuídala mucho. Solo pude contestarle; con mi propia vida.  Ella tenía razón. Con aquel vestido Sofía se veía espectacular. ‘princesa Sofía’ le dije mientras hacia una reverencia. Ella solo se rio y me dijo que era un gran tonto. Desde aquel día no deje de decirle así. “princesa Sofía” y desde aquel día comencé a sentir una extraña sensación en el estómago cada vez que la veía.

Después de 7 meses de relación con Erik; Sofía me marco por teléfono una noche. Estaba llorando y no podía controlarse. Le colgué y corrí hacia su casa. Ya pasaba de media noche y era obvio que no quería que su mama se enterara que estaba sufriendo. Frente al balcón de su cuarto estaba un alto framboyán y trepe por el hasta su ventana. En cuento entre al pequeño corredor del balcón ella salió y me abrazo con todas las fuerzas que le quedaban en su frágil cuerpo. Nos sentamos en el piso del balcón viendo la hermosa luna que aquella noche hacia eclipse. Ella lloro durante casi una hora. Hasta que se quedó dormida. Dormida en mí. Recostada en mis piernas. Yo no podía hacer menos que observarla, menos que admirarla. A la luz de la luna se veía más hermosa de lo que ya era. Despertó alrededor de las tres de la mañana por que comenzaba a sentir frio. Se giró y poso sus ojos en los míos. ‘te quiero’ me dijo. No sé qué hubiera hecho sin ti durante estos 5 años. ‘lo mismo me pregunto yo todos los días’ le conteste. ‘anda, dime que es lo que pasa’ me platico que Erik se sentía celoso de mí. Que creía que ella le era infiel conmigo. ¡Que estúpido me pareció! La estaba haciendo sufrir por una tontería. ¡Esto, tenía que pagarlo!
Trate de consolarla lo mejor que pude. La abrase lo más que pude. Trate de hacerla sentir bien. Cuando me dijo que tenía sueño y que quería dormir me pidió que no me fuera, que esa noche me quedara con ella. No dude en aceptar. No lo hacía por morbo. Lo hice porque sentía que lo necesitaba. Preparamos la cama y ella busco ropa de la que su hermano había dejado antes de irse a estudiar fueras. Nos acostamos y yo me hice hacia una orilla viendo hacia su tocador. Ella me dijo ‘no, acércate a mí y abrázame. Quiero que esta noche tú me protejas’ ‘siempre, con mi vida si fuese necesario’ le dije mientras me inclinaba para besarla en la frente. Ella se acurruco en mi pecho.
Jamás en la vida había sentido tan genial sensación. Me sentí tan bien, tan feliz, tan pleno. Aquello se me empezaba a ser extraño, pero no me importaba. Me sentía tan bien…

Desperté a las 06:48 de la mañana, apenas comenzaba a esclarecer. Trate de levantarme lo más suave que pude para no despertarla. Tenía que irme antes de que su mama se levantara.
Me estaba poniendo mi playera cuando vi que ella despertó y me busco en la cama, al no encontrarme se sentó en la cama y me busco por la habitación, yo estaba frente al closet.
Me encanto lo que vi. Me encanto ella. Tenía su cabello dorado alborotado porque sus chinos se habían esponjado. A pesar de que tenía sus ojos un poco hinchados por haber llorado por la noche su cara se veía tan fresca, tan hermosa, tan angelical. Tenía el aura de un verdadero ángel. ‘¿Qué haces?’ me pregunto. ‘ya me voy, no quiero que tu mama se valla a enojar. Aun que sepa que somos los mejores amigos, no creo que vea tan bien que me haya quedado a dormir contigo, en tu cama, bajo la misma sabana’ le conteste ‘no seas tonto, me dijo en medio de una leve sonrisa. ¿No recuerdas hoy se iba a las 05:30? Su novio iba a pasar por ella. Acuérdate que te dije que se iban a ir de vacaciones por 15 días.’oye sí. No lo recordaba. Perdón por haberte desertado.’ ‘no te preocupes. De todas formas ya no tengo sueño. Iré a ver que si se halla ido’  ‘oye, entonces aprovechare y entrare a darme un baño ¿ok?’ ‘está bien, yo haré lo mismo en el cuarto de mama’ se levantó de la cama para buscar ropa limpia y antes de salir me abrazo y de puntitas se acercó a mi oído para agradecerme por haberme quedado y para decirme ‘te quiero
Aquel te quiero fue diferente para mí. Nada parecido a los demás. Diferente a cualquier otro.

Cuando salí de bañarme ella estaba secándose el cabello. Platicamos toda la mañana, salimos a comer. Pasamos la tarde juntos y a partir de aquella triste noche, era muy común que alrededor de la media noche yo estuviera escalando el framboyán para irme a quedar con ella. Se volvió un hábito para ella. Una necesidad para mí.

Princesa Sofia 👑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora