IV

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Una de mis cualidades es llegar tarde, siempre, a todos los sitios. Pero ya al fin llegué. Que guapo que está este chaval siempre. Me acerqué a esta él y le sorprendí con un abrazo por la espalda. Nos saludamos y empezamos a pasear. Hasta llegar a un parque, no había nadie y nos tumbamos en el césped.

Eléctricos dedos recorrían mi cuerpo, dulces palabras salían de sus labios. Y yo, como siempre, estático y nervioso. Hasta que me lancé. Sus labios, son los más dulces que he besado. Besos cuidadosos y una gran sensación de querer más me recorría el cuerpo.

Fuimos a tomar un café y lo más raro de ir caminando con alguien de la mano... Son la miradas. Es necesario que se gire media calle al ver a dos chicos uniendo sus manos? Ni que fuésemos un spot.

La tarde pasó volando y le acompañe hasta su casa. Despedirse que complicado. Me empezó a besar hasta que una llamada de su madre nos interrumpió.

-Me... tengo que ir nene.
+Anda, ve, ya nos veremos.
-Te como.

Cinco minutos más tarde otra llamada de su madre nos volvió a interrumpir.

-Ahora si que te tengo que dejar, nos vemos vampirito.
+Adiós, cuídate.

Me fui triste, sentí un vacío dentro de mi. Quería estar más tiempo con él y tenerle cerca. Me gusta y mucho. Me encontré con Ana y le expliqué como fue la tarde.
Desde luego, tengo un problema, me duelen mis partes íntimas, según Ana necesito masturbarme y se me pasará el dolor. Es posible que alguien te provoque tanto consiga que te duelan las bolas? Pues sí. Lo es.

XXIIIWhere stories live. Discover now