Paradojas temporales

La nueva era

- Buenas Vladimir, apártate de mi camino y no será necesario hacerte daño.
Vladimir había bajado a la entrada del laboratorio para recibir a un joven guerrero samurai, que según parecia queria irrumpir por las malas.
- ¿Qué son estos modales Lao? Las cosas de piden con educación.
- Lao ya no existe, mi nombre ahora es Xin Zhao y lo sabes.
- Cierto, que te uniste a esa patética liga llena de patéticos guerreros con patéticos nombres. ¿Qué trae por aqui a un miembro de tal honorable organización?
- Ya sabes el motivo de mi visita Vladimir, ese chico, junto a todos los demas, están retenidos aquí y luchan por vosotros en contra de su voluntad.
- Pues la verdad es que no tengo ni la más remota idea de qué chico me estas hablando, asi que puedes volver a hablar con tu rastrero líder y decirle que aquí no ocultamos nada.
- Entonces supongo que no te importará que entre a echar un vistazo.
- Creo que no me has oído bien, puedes volver con tu líder y decirle que no has encontrado nada. - dijo Vladimir con una sonrisa entre dientes. - Y no chico, no te recomiendo luchar contra mí sinquieres volver a esa liga vivo.
- Entonces supongo que solo hay una manera de enrrar aquí. - dijo Xin Zhao mientras se avalanzaba encima de Vladimir con su lanza.
Con tres simples y suaves golpes, levantó a su oponente por los aires y le clavó su arma en el torso.
- Así que no me recomendabas luchar contra tí, creo que me has subestimado viejo vampiro.
Pero había una cosa de la que Xin Zhao no se había percatado, Vladimir no mostraba ni un signo de dolor. Al contrario, se empezo a derretir transformándose en sangre con una sonrisa en la cara. No tardó en aparecer por la espalda del samurai sin ninguna herida visible.
- Como te decía, abandona el combate contra mí o no volverás a tu casa.

Mientras todo esto ocurría, Mike despertó en el laboratorio. Se notaba muy extraño. Su cuerpo estaba dentro de una armadura metálica, similar a la de la figura que había visto antes de dormirse. No solo eso habia cambiado, sus ojos junto a la mitad de su rostro estaban detrás de un visor verde. Al ver su reflejo en un espejo cercano medio roto, observó también como su piel había acabado de oscurecer y su pelo estaba ya completamente blanco. Pero eso no era lo que más le preocupaba a Mike, lo peor era que no controlaba sus movimientos. Desde que había despertado, Mike había estado andando por pasillos de ese extraño edificio sin que ordenara a su cuerpo que diera un solo paso. Llegó a sentirse hasta mareado de la impresión. Llegó a la sala donde habia despertado tras el secuestro, alli estaban Illaoi, el líder y el cuarto guerrero.
- Te estábamos esperando, quinto guerrero. - dijo el jefe, dirigiéndose a Mike. - Tu nombre en clave a partir de ahora va a ser PROYECTO: Ekko. No te asustes si no eres capaz de dirigir tus actos o palabras, estás ahora bajo mi control. Ah si, se me olvidaba, toma éste jugetito. - entregó a Mike una afilada espada del mismo verde que partes de su armadura y su visor. -  Gracias a este traje y a las operaciones que te he echo, ahora tus poderes temporales han sido llevados al máximo y los podrás controlar fácilmente. Bien, ya puedes proceder a tu primer acto bajo mi mando.

Vladimir y Xin Zhao llevaban minutos y minutos intercambiando golpes, pero nadie parecía salir vencedor, aunque el samurai estaba muy agotado en comparación a su oponente.
- Bueno, suficiente por hoy . - dijo de repente Vladimir -  Ve y dile a Twisted que por mucho que se esconda ya no podrá evitar su muerte, los cinco guerreros han sido creados y su fin ha llegado. Por fin esa patética organización a la que llamáis Liga de Leyendas pasará bajo el control de Jayce, nuestro líder. Ah si perdón, se me olvidaba que no le podrás decir nada a tu jefe si estas muerto.
Frente a la sorpresa de Xin Zhao, el vampiro despareció volando por el cielo para entrar al laboratorio por una ventana. De repente, todo se quedó immóbil, como si el tiempo se hubiera parado, y un resplandor verde rompió a Xin Zhao por la mitad. El final de un guerrero legndario como Xin Zhao había llegado, con éste tumbado en el suelo agonizando y luchando inútilmente por su vida. El inicio de una nueva era estaba por llegar.