Mi salvador obeso - Capítulo 2

61 4 0
                                    

Al fin llegamos a la ferretería, no creo que los caníbales quieran entrar, si no hacemos ruido.

-Oye... Gracias otra vez, por salvarme ¿Como te llamas?.

-Por nada, y mi nombre es Steve mucho gusto.

-Steve, ¿Quien te enseño a usar esa arma de fuego?

-¡Oh! Esto no es un arma de fuego, es un arma a balines de metal... Por cierto ¿Como te llamas tu?.

-Lo siento, mi nombre es Bruno.

-Bruno ¿Tienes algún plan para salir vivo de esta tragedia?.

-Pues algunas, no soy un experto en estas cosas pero he visto bastante películas y sagas de zombis, creo que soy más o menos un profesional.- Dije mientras reí sarcásticamente

-Okey, y ¿Cual es él plan?

-Ahora, tratar de llevarnos algo de aquí que pueda sernos útil, vas a necesitar otra arma aparte de esa pistola.

Steve estaba de acuerdo con mi plan así que decidimos ver que cosas podrían sernos útil en la ferretería, empecé a rebuscarme, encontré unas hachas pequeñas, machetes de tamaño pequeño, mediano y grande, sera mejor que utilice él mediano, es más fácil de mover que él grande y más letal que él pequeño, varios tubos de metal, cadenas, linternas, y también una motosierra. Para mi sorpresa y la suerte de mi obeso compañero en una caja de zapatos encontré en una pequeña bolsita varios balines de metal, que servirían de municiones a Steve.

-¡Ey! Steve te tengo un regalo.- Dije mientras sostenía los balines detrás de mi.

-¿En serio? ¿Qué es?.

-No te emociones tanto mi buen amigo, no son alitas de pollo, son... ¡CANICAS DE METAL!.- Exclamé mientras enseñaba a Steve las canicas.

-¡Genial! Ya no me quedaba tanta munición.

-También deberías llevar un arma auxiliar, por si acaso, este machete pequeño te sera de ayuda.- respondí a mi compañero Steve, mientras le pasaba él machete pequeño, más bien era como un cuchillo. Habían botellas de cerveza vacías, querosén, y unos trapos viejos, decidí armar 5 bombas molotov una vez en youtube aprendí como hacerlos, al fin las idioteces que veía por internet daban resultados.

-Deberíamos llevar un botiquín de primeros auxilios, en nuestras mochilas.- Me sugirió Steve, parecía una excelente idea.

-¡Buena idea Steve! Tendrás que llevarlo tu, en tu mochila, la mía esta llena de comida, agua y herramientas que recogimos recién.- Empezamos a buscar un botiquín en la habitación en donde estábamos, para nuestra suerte, él botiquín de primeros auxilios se encontraba en él cajón del escritorio ¡Era perfecto! Contaba con gasas, vendas, antisépticos, guantes de látex, analgésicos, antibióticos y hasta un kit de costura... Menuda suerte la nuestra.

Ahora si estábamos listos, mi armas eran:

-Arma principal: Machete mediano.
-Secundario: Una pequeña hacha.
-A larga distancia: Cinco bombas molotov.

De Steve:
-Arma principal: Pistola a balines.
-Secundario: Machete pequeño.

Además de la suerte que tuvimos de encontrar él botiquín, encontramos dos pares de guantes de cuero, obviamente sera de mucha ayuda cuando debamos golpear a un caníbal por él rostro. Estábamos listos para enfrentar lo que al parecer era él apocalipsis zombi, nos parábamos frente a la puerta, armados y con todas las provisiones con una pose heroica, preparados para salir afuera y enfrentarnos a la realidad, justo antes de tocar la manija de la puerta y salir, la puerta hace un tremendo ruido como si alguien quisiera entrar, entonces Steve da un grito, como él de una niña obesa y se arroja debajo de una mesa a esconderse.

-¡Ayuda por favor! ¡Se que están ahí! ¡Dejenme entraaarr!.- Dijo la voz detrás de la puerta, bastante desesperado ¿Como supo que estábamos aquí? Si lo dejo entrar corremos él riesgo de que entren caníbales... Pero si no lo dejamos entrar atraerá a más de esas cosas.

-¡Dejalo entrar Bruno! ¡No podemos dejarlo morir ahí!.- Exclamo mi valiente amigo Steve, Prepare mi hacha pequeña y me puse en guardia, destranque la puerta y gire la perilla abriendo la puerta de golpe, aquel hombre pasa adentro de la habitación mientras dos caníbales tratan de pasar... Increíblemente YO pude derribar a esos dos con dos cortes de hacha por sus cabezas, apresuradamente cerré la puerta y la volví a trancar.

-Gracias... Gracias por ayudarme chicos.- respondió aquel chico, también era de nuestra Edad, era moreno y con los pelos rizos, cortos.

-¿Quien eres? ¿Como sabes que estábamos aquí?.- Pregunté.

-Estaba encerrado en mi habitación y observe por la ventana que ustedes dos entraron aquí, no quise quedarme solo así que decidí venir con ustedes, mi padre trato de comerme y no tuve otra opción que correr.- respondió mientras se levantaba del suelo.- Por cierto me llamo Cristopher, pueden decirme Cris, tienen algún plan?

-Lo primero, sera darte algo que puedas usar como armas, para defenderte.- Aquel chico no tenia ni una sola pizca de instinto de supervivencia, estaba vestido con una camisilla blanca, unos shorts y unas chancletas, sin dudas no duraría más que nosotros, en la ferretería había un armario lleno de ropas, Cristopher se puso un pantalón, unas botas Wolverine y un abrigo, le pude dar una mochila vieja que se encontraba también en la habitación, dos tubos de metal para que pueda defenderse, linternas, y una soga para que lo guarde en la mochila, afortunadamente la mochila vieja contaba con una navaja suiza, también podría serle útil.

-Tengo una sugerencia que hacer.- Dijo Steve.

-Te escuchamos Steve.- respondí.

-Ahora que somos tres, nuestra probabilidad de supervivencia es mayor, bueno en realidad depende mucho de la eficiencia del nuevo en él grupo.- Dijo Steve.

-¿Que dices gordo? ¿Me tratas de inútil?.- Respondió Cristopher Molesto.

-¡¿A quien le dices gordo, pedazo de idiota?!.

Rápidamente entendí, que surgió una rivalidad entre ambos, lo que faltaba, ahora están discutiendo como niños.

-¡Eh Eh! Calmense idiotas, van a atraer a los caníbales, dejemos que Steve termine Cris...- Respondí cortando la discusión.

-Ejem... Gracias Bruno, lo que estaba diciendo es que, salir ahora así en la lluvia sería casi una muerte segura, sugiero pasar la noche aquí y esperar que él día de mañana él clima este mejor.

-Para mi esta bien... ¿Cris?.- Pregunté.

-Si, quedemonos, no tengo nada que perder, mi familia esta muerta.

La idea de Steve era buena, pasaríamos la noche aquí, nos acostamos en el piso usando nuestras mochilas de almohadas, aprovechando la oportunidad iba a revisar en google maps posibles rutas de escapes... Pero mi sorpresa fue tremenda cuando vi, que no había señal, y estaba seguro de que si contaba con crédito en mi teléfono.

-¡Pero que mierda de señal!.- exclamé molesto.

-No te preocupes, no es la señal.- Dijo Steve dirigiéndose a mi.- Probablemente las emisoras de radio, los canales de Tv y la comunicación vía móvil, todos hayan caído por él brote del supuesto "Virus".

-¡Mierda! Vamos a necesitar un mapa.

-Empecemos a buscar un maldito mapa.- Sugirió Cris.

Encontrar un mapa en esta ferretería sería la última cosa fabulosa que podría ofrecernos este lugar, sin dudas fue una de las mejores idea que tuve, los tres empezamos a buscar un mapa, o algo que pudiera guiarnos, pero no encontramos nada.

-Mejor será descansar y mañana pensar con la cabeza más fría chicos, necesitaremos todas las fuerzas posibles.- Dije.

-De acuerdo.- respondió Steve.

Acto seguido, nos acostamos en el suelo nuevamente y a tratar de dormir.
No podía dormir, pero debía hacerlo, era importante descansar aunque, aún no podía creer que esto estuviera pasando... Supongo que en realidad este mundo nos sigue teniendo miles de sorpresas más.

Maldita porquería...

Epidemia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora