Capítulo 4

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17 años más tarde...

Rosie, no me dejes por favor... —pide llorando Alan, pero ha llegado mi hora y no hay nada que lo pueda impedir.

—Estaré en tu corazón por siempre... —digo y esas son mis últimas palabras antes de caer en el sueño eterno.

No, no, no...

Es extraño, pero puedo ver y oír todo, sólo que no estoy sobre el suelo sino flotando en el aire.
Quiero decirle a Alan que estoy aquí pero parece no escucharme, luego de horas en las que él se encuentra al lado de mi cuerpo y yo a su lado, decide que es momento de enterrar mis restos en su jardín.

Lo acompaño en todo momento y escucho sus palabras, que son más bien recuerdos, ahogados en un mar de lágrimas sin fin.

Rosie... mi único y verdadero amor... Fuiste mi mujer desde aquel día en el que te encontré en la calle, siendo sólo una cachorrita de unos pocos días de vida. Eras tan pequeña... aunque estabas sucia, se podía ver tu hermoso pelaje color crema...

Se detiene un momento al quebrarse su voz, respira profundamente y continúa.

Recuerdo... cuando comenzaste a ir conmigo al trabajo, como me ladrabas y dabas la espalda cada vez que atendía alguna otra perrita. Recuerdo cómo distraías a los animales, supongo que hablando en su idioma aunque yo no lo entendiera... y ahora estás en un lugar mejor, con muchos otros animalitos... Quiero que sepas que siempre serás mi bebé. Te amé, amo, y amaré por siempre mi pequeña Rosie...

Dicho eso, comenzó a enterrarme, depositó unas hermosas flores sobre la tierra, y luego de observar ese pequeño lugar unos minutos llorando, volvió a su casa.

Aunque él no me pueda oír ni ver, yo estoy a su lado, al igual que lo estuve toda mi vida. Soy su ángel guardián, lo cuido de todo lo malo, a veces encuentro la forma de advertirle algún peligro... y yo sé, que él sabe que estoy a su lado. Tal vez algún día nos volvamos a encontrar, y jugaremos a la pelota como solíamos hacer antes.

Fin

Doctor: ¡Te amo! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora