Él prometió traicionarlo pero él se convirtió en la carnada para salvarlo.
Theo y Liam no eran más que enemigos, la confianza no era el punto más fuerte para aferrarse pero ellos dos crearon un vinculo desde que atropellaron a ese jinete juntos. A...
El último día de clases del semestre, después de todo lo que habían tenido que pasar, al parecer todo estaba tranquilo, los jinetes habían dejado en paz Beacon Hills, stiles estaba de vuelta y todo el mundo libre de ese Nazi loco.
Liam suspiró y continuó caminando por el bosque, vio el lugar donde había estado el hueco de tierra donde había caído el año pasado, sonrió sin disimular. Qué ridículo.
-¿Viejos recuerdos?- hablaron desde su espalda, se desconcertó tanto que estuvo a punto de caer al suelo, la mano de Theo estaba sobre la suya impidiendo su caída, sus mejillas se sonrojaron y lo soltó. Estuvo a punto de caer, otra vez. Y como antes, Theo lo había salvado.
-¡Hey!-Trató de parecer distante y poco interesado pero era toda una farsa, él quería encontrar a Theo, lo había ido a buscar.
El ojiazul desvió la mirada. La mano del mayor estaba libre, su camisa había sido arremangada pero aún así se había mojado.-¿Qué sucedió?-Soltó con un aire de preocupación.
Theo no respondió.
-¿Estabas en el puente?- dedujo tras unos minutos de silencio, el otro chico se limitó a fruncir el ceño.
-¿A qué vienes?-Preguntó con sequedad, liam parpadeó al notar el frío en su voz, tal vez había dicho algo malo. Si él se enojaba por nada era muy su problema, pero no podía culparlo.
-Vine por respuestas.- el chico frente a él levantó una ceja, su sonrisa se extendió lentamente, no había ningún atisbo de misericordia, parecía un lobo a punto de devorar a su presa.
-¿Sobre ti, o sobre tu novia?- se burló.
Liam torció el gesto, no había hablado con Hayden desde hace tres días, la había estado evitando.
-Sobre todo. Eres el único que no fue tomado por los jinetes, por lo tanto tus recuerdos no fueron borrados, no los que son sobre nosotros. Seguro podrías ayudarme con algo.
-Ajá.
Su desinterés le caló en los huesos. Gruñó y Theo se echó a reír.
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