Capítulo 4: El dia.

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El tiempo pasaba y yo me sentía más como con ella, más cerca y más confiado, pero ¿Realmente esta mujer pudo hacer que en mi despertase esa locura tan profunda de querer? No, era imposible, ella no era nada, yo no sentía nada, no, no, NO.
No podía estar diez minutos sin ella, sin sus brillantes ojos, su sonrisa radiante y esos enormes y gruesos labios que realmente volverían loco a cualquier persona en su sano juicio.
No podía dejarme caer tan fácil, decidí no expulsar al amor de mi vida, pero me prometí ser cuidadoso y quererme más a mi que a alguien más...
  Una mañana cualquiera, en el colegio, nos avisaron que íbamos a tener una salida acompañada de otro curso a una reserva natural, yo estaba emocionado, pero no por ir al mismo, sino por pasar una tarde con ella. Recuerdo que me lo imaginé todo como un tonto enamorado, que estábamos recostados en el pasto, solos, mirando hacia el infinito, nose, me agarró un escalofrío y me fui al baño a lavarme la cara y dejar de idealizar esas tonterías que no me importaban, si, no me importaban...

Llegó dicho día, nos habíamos levantado temprano para encontrarnos todos en un punto en común para que todos viajemos juntos, y así fue, el viaje duro como 40 minutos, ella estaba sentada y yo agarrado de un barandal adelante de ella, pero no nos hablamos, fueron esas miradas traviesas durante todo ese tenso viaje.
Llegamos, entramos y nos dieron un paseo por todo ese aburrido lugar, o quizá no fue aburrido, pero yo estana ansioso por estar con ella durante toda la tarde, así que cuando fuimos a almorzar, lo hicimos separados, por el simple hecho que mi grupo de amigos no se llevaba con el de ella, me dio mucha impotencia, pero bueno, las cosas fueron así.
Habíamos terminado de comer y de ordenar, y los chicos se fueron a recorrer todo el terreno natural que había en los alrededores, así que era el momento, lo era, ella me esperaba y yo inconscientemente lo sabía, o quizá me gustaba imaginarmelo, me reconfortaba, así que fui, me acerque y me senté junto a ella, cerca, demasiado, casi pegado.
Estuvimos hablando todo el día, no sabría decirles el tiempo. Ya nos habíamos quedado sin temas, y ella estaba algo cansada, así que se recostó encima de mi hombro y luego en mi pecho como de costumbre, estuvimos disfrutando del uno del otro durante un tiempo.
Ella me miro, yo la mire, sentí como su tierna y cálida mirada se adentraba en mi, sentí un sentimiento tan puro recorriendo mis venas, me agitaba de solo pensarlo, sentí como su dulce vos se reía de forma muy nerviosa por lo bajo, no quedaba de otra, me deje llevar e hice lo que el corazón me mandase, me acerqué y ella cerró sus hermosos ojos dando el pie a lo mejor, el tan esperado beso que como un tonto desvelé todas las noches imaginando la sensación, su dulce sabor y su intensidad, fue perfecto, mas que perfecto, no existe definición ni comparación, sentí como su boca se fundió con la mía creando un solo sentimiento, sentí como me desconectó del mundo llevándome al universo, a ella, logró transformarse en eso, lo sentí y se que ella también, jamás sentí algo tan puro y dulce, algo tan sincero y desesperado, algo que me lleno como no se dan una idea, un
te amo, eran apenas dos palabras, y cabe en una galaxia de sentimientos, donde un astronauta como yo sabia de memoria su constelación.

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