Capítulo 2

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Necesitaba una taza de café tibio, no quería tampoco quemarme la lengua al instante, entonces husmeé un poco la cocina para preparar la bebida. Saqué dos cubos de azúcar hallados en el recipiente correspondiente, y los agregué al vaso para endulzar el café.

A esas horas siempre acostumbraba a estudiar y trabajar en mi sitio web, por lo que era primordial mantenerme despierto la mayor parte del tiempo.
Recuerdo estar leyendo varios comentarios sobre mi anécdota enfocada en el viaje a México D.F. Me gustaba bastante escribir sobre experiencias; ya sean malas o buenas. A veces eran demasiado aburridas, tanto que sólo recibía rechazos y ofensas por desperdiciar mi tiempo en internet contando pavadas.
La vivencia en la capital de México, no fue entretenida. Estaba por una de las calles principales de la ciudad, y me dediqué a observar la posición de las nubes toda una tarde. Contándolo de esa forma, parece muy tonto y sin gracia, es que, ¿quién en su sano juicio desperdiciaría su valioso tiempo vital en la lentitud y movimiento de las nubes con respecto a la rotación de la tierra? ¡¿quién?! Bueno, yo. En aquel momento estaba de vacaciones y no quería fatigarme en caminar tanto, así que me senté a contemplar la obviedad que ignoran las personas.

Habían dos edificios enormes, superaban los 30 pisos, y las fachadas eran modernas; ventanales para ser específicos. Justo allí, mientras recaía el sol entre esas dos edificaciones, recordé la frase que día y noche me rondaba la cabeza, "Dicen que el que espera mucho, nunca aborda su destino". Me preguntaba sí el esperar y perder mi tiempo detallando el cielo, haría una vez más que no llegara a mi destino. De cierta manera, no tenía que marcharme aún, porque mis vacaciones fueron de una semana y tan sólo llevaba dos días.
Afortunadamente, ese efecto y esa sensación de hace un par de semanas atrás, no volvió a jugarme una mala pasada. Tampoco es que me preocupara; ya que ninguna chica joven y maja, me habló de la nada mientras estuve sentado brotando raíces.

Lo curioso de escribir sobre mis vivencias, es que todas las publico, excepto la de aquella vez con esa mujer en la parada del bus. Por alguna extraña razón, jamás escribí sobre ella. Cada instante en la cual la recordaba, me entraba algo de temor; así que evitaba tratar de retener o pensar mucho sobre ello. Sin embargo, me senté frente al computador y abrí la ventana de mi sitio web, para crear una nueva historia. Tenía en mente empezar a describir aquel suceso, con el fin de desahogarme, pero las manos me sudaban al primer intento de teclear la más mínima letra. De hecho, no sabía cómo iniciar a contarla.

Creía que sí le daba cuerda al asunto, probablemente esa mujer de la nada aparecería en el reflejo de la pantalla de mi computador. Estando completamente solo en mi apartamento, situado en el sexto piso, a las 2 de la madrugada, y después de haber visto las dos películas del "El Aro", cualquiera tendría miedo y paranoia; aunque...podría persuadir a la chica y pasar una noche de pasión. No podía negarlo, era bellísima para mi gusto físico.

Estaba sumergido en la decisión de escribir o no, pero en un momento de presión y sudor constante en la sien, usé mi mano diestra para cerrar el computador pórtatil. Omití todo pensamiento que conllevara a una mujer, y me enfoqué en hallar memorias que apaciguaran mi mente; de este modo, me relajé en el cómodo sillón de la sala, y bebí un sorbo de café. Centré la mirada en el techo, pasado unos segundos, los párpados ya me pesaban, me estaba quedando dormido, a pesar de que estaba tomando cafeína para permanecer activo. Llegué al punto en donde sientes alejarte bastante de la realidad y de golpe te adentras en un sueño cualquiera, pero, casi al llegar a la entrada del reino de Morfeo, alguien timbró la puerta, inmediatamente mi consciencia volvió a mi cuerpo, y acelerado volteé el rostro viendo hacía la entrada del apartamento.
"Tal vez en el trance de ingresar al sueño, imaginé que timbraban la puerta.", Fue lo que pensé, en ocasiones sucede, así que antes de ponerme de pie, me quedé quieto a la espectativa de lo que llegase a ocurrir después. En vista de que no volvieron a timbrar, me calmé un poco y giré el rostro acompañado de un suspiro profundo, pensé: "Todo fue parte de mi imaginaci..."

-¡¡RIIIINNN!!-

Una vez más el timbre se hace escuchar, casi que instantáneamente, se me hace un nudo en la garganta, impidiendo el paso pronto de mi saliva. Con las manos transpirando, y recogiendo los dedos, lentamente me puse de pie y me dirigí hacía la puerta. Frené a unos cuantos centímetros del visor pequeño, y con delicadeza asomé el ojo derecho para identificar previamente de quién prodría tratarse, pero...no había nadie. Entonces, tomé el picaporte y lo giré para abrir con cuidado la puerta. Efectivamente no había nadie, intuí dos opciones. La primera, seguramente alguien estaba molestando en el pasillo, y estaba jugando e incomodando. La segunda, contradecía y negaba la primera, porque ¿quién estaría jugueteando a esas horas de la madrugada? No habían niños en ese piso, al menos que lo recuerde, no.

Envié un paso adelante con mi pierna izquierda, y sentí pisar algo de muy bajo reliebe, agaché la mirada al suelo, y se trataba de una hoja rectangular. Bajé para tomarla, era un pequeño sobre blanco sin etiqueta. Lo destapé, y contenía una diminuta nota con lo siguiente:

-Si sigues esperando, te quedarás dormido como un bebé, Demian.-"

No sabía cómo reaccionar a ese mensaje, porque sinceramente no lo entendía, no sabía quién cuernos era Demian, estaba confundido. Pero eso no fue todo, me entró el sentimiento de que alguien me estaba observando, y una vez más levanté el rostro para fijarme al final del pasillo. Se hallaba un niño, no más de 5 años, con un pequeño arlequín agarrado en su mano derecha, ese muñeco, por alguna extraña razón, se me hacía muy familiar, el problema era que no recordaba en dónde lo había visto antes.
La apariencia del niño, era demacrada, era de tez negra, cabello crespo corto, complexión supremamente desnutrida, y ropa rota y sucia. El pequeño temblaba, como si tuviese mucho frío, y de su ojo derecho una lágrima hizo su aparición.
El cuadro me dejó pasmado, no supe qué hacer, porque al toque me desperté. Estaba sentado en el sillón, el computador estaba cerrado, la taza de café por mitad.
La confusión, me atacó, al cabo de unos segundos asimilé que estaba en un sueño, o una pesadilla bastante real. Simplemente el cansancio me venció e hizo de mi mente un caos, que por poco me mata en ese instante del susto. Sin embargo, al lado del computador, logré otear un sobre, el mismo del sueño; aunque no tenía etiqueta y detalles pronunciados para ser catalogado como idéntico al de la pesadilla, la forma en la que estaba doblado, lo delataba. Esto ya empezaba a ponerme los pelos de punta, el miedo me consumía lentamente, mucho más cuando tomé la nota para abrirla, crucé los dedos mentalmente, para rogar porque no tuviese grabado lo mismo que en el sueño. Al leerla, lo único que decía era: "Demian".

---La mujer de la parada---Donde viven las historias. Descúbrelo ahora