Capítulo 5.

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Coloque manteles rosados en el carrito del supermercado, acto seguido fui a la sección de dulces para tomar bolsas sin algún tipo de picante- lo que menos quería era tener una ola de niños llorando- cuando los obtuve fui a por lo que me faltaba; la piñata.

Decidí comprar una de rosita fresita contenta por ver que era infantil para mi nena.

Al llegar a casa aún en el carro pude observar que estaba el auto de Jaxon. Habían pasado exactamente dos semanas en que el y yo nos aplica amos la ley del hielo, aniñado, pero ni yo lo podía ver sin sonrojarme y ni el me podía ver sin bajar la mirada y aunque le quería decir que no había problema alguno del beso que me robo no podía.

Esta vez el había ido por Kively por lo que no me había preocupado por pasar de venida, así que al entrar los mire en la alfombra de la sala a ambos gateando. Deje las bolsas del mandado sobre el sofá y me arrodillé para besar la cara de mi bebé quien sonrió y balbuceó cosas.

- Hola, Jax.

El susodicho levanto la cara alarmado y poco después relajo los hombros regalando me una sonrisa.

- Hola, Molly.- Murmura.

- ¿Me ayudas con la piñata?- Pregunto, el asiente y se levanta hasta salir y volver a regresar con ella, giro a mi nena para que no la mire como si el verdad supiera que es, pero estoy segura que el color llamativo la hará llorar hasta que se la demos.

Acomodó las bolsas en una esquina para que no estorben. Faltaban exactamente 5 días para que mi hija cumpliera su primer año y no podía evitar sentir me pecho contraerse, quería que estuviera contenta y que aunque no lo recordara de grande mirara fotos.

No era tan mala persona para no intentar contactar con Cameron quien en la última ocasión, su madre me dijo;

- La última vez que llamo le di tu recado y dijo que no tenía interés alguno en conversar.

Mi reacción fue de dolor, pero no me deje decaer, sabía que lo más seguro era que con mi recado de; "Necesito hablar contigo es urgente" no le dieran ganas de cruzar palabra, sobre todo por la última vez que nos miramos donde decidí irme sin explicar. No sabía que había sido de el, no tenía idea donde estaba, pero algo sabía cada vez que mi mente se desviaba a el; le extrañaba.

A la hora de dormir Kively estaba casi roncando por lo que la acomodé en el centro de la cama y cerré la puerta con cuidado, había logrado que Jaxon me dirigiera palabra por lo que no desaprocharia la ocasión, teníamos que aclarar las cosas.

Le encontré aún en el sofá de la sala mirando entretenido la serie que habíamos puesto, al escucharme me miro con una pequeña sonrisa para después regresar su mirada hacia enfrente.

-¿Se quedó dormida?

- Sip, estaba como tronco- Río bajito.

Asiente. Planeo en mi mente un plan para poder hablar de lo sucedido pero ninguna idea llega hasta que termino llamándole.

- Jaxon.

- ¿Si?

- Tenemos que hablar.- Murmuró.

- Fue mi culpa y lo lamento, no debí hacerlo.- Se apresura a decir mirándome arrepentido.

Ruedo los ojos. Decido que no va a entender y mucho menos me va a dejar hablar por lo que optó por otra cosa; me acerco sobre el sillón tomándolo por sorpresa al juntar nuestros labios, en esta ocasión el es quien se queda como estatua mientras yo intento que me siga el ritmo hasta lograrlo. Sus manos me toman de la cintura para acercarme más para después sujetar mi cara.

El Poder Del Amor. #EAP(Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora