Algo tenía que haberle ocurrido con Desayuno con Diamantes. Le recordó algo o dejó una impresión inusitadamente fuerte en mi compañera de pared, porque la canción Moon River se repitió una y otra vez, sin horario fijo. Quizás solo le gustó, también era una posibilidad.
Por el volumen, muchas veces sospechaba que la había puesto como tono de llamada. Pero, la mayor parte del tiempo, la melodía me llegaba únicamente a través de su voz.
Algo tan simple como eso me hacía replantearme, sentir una inocente curiosidad, acerca de qué la había atraído de una forma tan repentina a esa película. ¿Una atracción simple y casual, o quizás algo más personal, más profundo?
Sabía que era un interrogante al que jamás le daría una respuesta clara. Nada más allá de las conjeturas. Sin embargo, no podía evitar replanteármelo incesantemente.
Tomé mi mochila y, con un suspiro, cogí todas las cosas que creí necesarias para enfrentarme a un nuevo día de clase. Más desganado que de costumbre, cerré la puerta de mi habitación tras de mí, sorprendiéndome al escuchar el eco de otra puerta al cerrarse. Miré, sorprendido, a mi lado. Me encontré de lleno con mi vecina, quién, como yo, se veía lista para salir. Vestía ropa cómoda, al igual que yo. Una sudadera con capucha, unos pantalones vaqueros y unos tenis bajos. Llevaba una trenza ladeada que se le escondía entre la tela de la capucha.
La saludé con un ademán nervioso y tartamudeante. No era de esa clase de chicos que boquearan como peces ante una chica guapa, pero, de alguna forma, ella debilitaba mis defensas. Me avergonzaba darme cuenta de todo el tiempo que, inconscientemente, había dedicado a pensar en ella. La vergüenza me carcomía.
Ella me respondió con una sonrisa calmada y segura, una que hacía que sus ojos azules brillaran. Fue muy similar a la que ponía la gente para no asustar a los animales asustados.
Caminamos uno al lado del otro, directos a la salida. No sé por qué no se adelantó, no aceleró el paso, pero yo ya estaba lo suficientemente nervioso como para tropezarme por intentar esquivar ese encuentro raro e incómodo. Mi prótesis ya me daba suficientes problemas.
El trayecto se me hizo largo, tedioso y tortuoso; incentivado por mi extraño y patético nerviosismo, influenciado por mi timidez. Sobre todo, porque me alteraba la extraña electricidad que chisporroteaba en el espacio vacío entre nosotros. Me producía una sensación rara, cosquilleándome la piel, provocándome calor y picazón. Principalmente en la cara, las orejas y las puntas de los dedos.
No entendía a mi cuerpo, que sobre reaccionaba de esa manera ante una chica que, realmente, desconocía. Tampoco a mi mente, que se perdía en pensamientos y preguntas que no tenían razón de ser ni respuesta.
Para mi mayor sufrimiento, justo en ese preciso momento, Moon River resonó en mi mente como un disco rayado.
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Moon River
FanfictionUn amor limitado por una pared e iniciado por una canción. HICCSTRID. Historia nacida en la colección hiccstrid "I'll be home". Una historia dedicada a @Shippeosshippeables.