Capítulo 2. Nieve (parte 2)

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Maddie iba recostada en uno de los hombros de Minerva mientras observaba a Severus. Él, por su parte, seguía muy tranquilo. Ya tenía todo bajo control. Pensaba quedarse observando a Minerva y a Maddie jugar mientras que él permanecería alejado, en una zona segura, lejos de la nieve y todo lo que tenía que ver con ella. No podía arriesgarse a sentir aquella horrible sensación, no quería, pero tampoco iba a dejar que Maddie ganara; podría tener cuatro años pero aquel sería un duelo a muerte. Así que estaba decidido, debía impresionar a Minerva a como diera lugar. Solo eso y ganaría completamente.

—Mamá... —la niña levantó su cabeza y se giró para ver a Minerva—. ¿Me dejarías ir con papá? Quiero que él me cargue un ratito...

Minerva le sonrió, acomodó su cabello negro y asintió.

—Sev... —se volteó. El hombre detuvo sus pasos—. Alguien quiere que la cargues... —con un gesto señaló a Maddie y la niña sonrió "inocentemente"

—Claro, claro... —se acercó, tomó a la pequeña y la niña de inmediato se aferró a él. Minerva no pudo evitar conmoverse al ver la escena. Sonrió discretamente y se dio la vuelta para seguir caminando.

—¿Crees que vas a convencer a mamá? —Maddie se acomodó en su hombro y clavó sus ojos en él.

—No... —él observó la nieve por uno de los ventanales del castillo, Maddie se quedó impresionada y lo miró bien a los ojos ¿acaso había recapacitado? Severus sonrió—. Estoy seguro.

Maddie frunció el ceño y se volteó.

—La voy a convencer aunque sea lo último que haga —susurró mientras aparecía un brillo extraño en sus ojos. Maddie no logró decir nada más y siguió viendo el pasillo con atención.

—No estés tan seguro —murmuró luego de un rato. Su papá podría tener sus métodos, podría hacer cualquier cosa para lograr sus objetivos, pero nada se compararía con la ternura que una madre siente por una hija, y esa sería su mejor arma.

Severus le restó importancia y siguió caminando hasta llegar al lugar. Maddie tenía razón; en efecto, todo Hogwarts estaba cubierto por una gruesa y fragil capa de nieve. Todas las zonas que solían ser verdes ahora permanecían totalemente blancas.

—¡Hemos llegado! —vociferó Minerva. Una sonrisa malévola se trazó en el rostro de Maddie, Severus tomó una gran bocana de aire para tratar de calmarse. Odiaba la idea de estar en la nieve.

—¡Genial! ¿no papá? —la sonrisa de la niña se agrandó.

—Genial —murmuró. Su semblante permanecía serio.

De repente un frío repentino los golpeó con fuerza. Minerva se tambaleó un poco al sentirse envuelta entre el húmedo ambiente.

—Está helando aquí afuera —observó a Maddie y se frotó los brazos, negó con la cabeza—. No, no puedes estar así, no puedes exponerte. Severus, quédate con Maddie mientras yo voy a buscar alguna prenda que la abrigue bien. No me tardo —Madelaine asintió con la cabeza, sí tenía frío, y además era una buena oportunidad para quedarse sola con su padre. Severus hizo una mueca.

Una vez que Minerva regresó al castillo, Maddie observó la nieve maravillada. Hizo que Severus la bajara de sus brazos y lo tomó de la mano. Él sonrió sin que ella lo viera.

—Mira... —susurró. Pequeños copos de nieve caían sobre sus cabezas mientras se desplazaban por el lugar. Maddie estaba perdida en la belleza que tenía ante sus ojos, para ella era como estar viendo cristales cayendo del cielo, y lo mejor era que estaba presenciándolo junto a su padre.

Severus y Minerva One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora