Capítulo 3. Maddie y Millie

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Nota: en este aparece Millie, hermana melliza de Maddie. Se debe aclarar que este personaje no es nuestro, le pertenece a Valeria3Hudson, quien nos ha permitido añadirlo en este capítulo de la historia. ¡Muchas gracias Vale! Y esperamos que les guste el capítulo.

Capítulo 3. Millie y Maddie.

Era una tarde de verano. El viento soplaba fuertemente mientras los cálidos rayos de sol se colaban por los ventanales del castillo, cubriendo los pasillos poco a poco e inundándolos de calidez y claridad.

Maddie, una pelinegra de tan solo seis años, se encontraba en su habitación tratando de elevar un oso de peluche que su padrino, Dumbledore, le había regalado hace algunos días.

Había estado muy aburrida ultimamente y en serio quería elevar el peluche. Había tomado prestada la varita de su padre y estaba poniendo todo el esfuerzo que fuera necesario para poder lograr su objetivo. Si finalmente lo lograba le probaría a su madre que podía hacer magia ella sola, y que era muy buena en eso.

Estaba concentrada agitando la varita mientras decía el hechizo que su padrino le había enseñado cuando escuchó la puerta de la habitación. Millie, su melliza, se adentró en el lugar con un gran globo color verde.

—Mira, Maddie —la niña de seis años le señaló el globo con un gran entusiasmo. Su melliza siguió en lo suyo—. Me lo regaló papá. Dijo que tenía uno para ti también.

—Ajá —respondió Maddie restándole importancia—. ¡Wingardium leviosa! —repitió la niña por quinta vez.

Millie abrió los ojos sorprendida al ver lo que su hermana estaba haciendo, estaba a punto de replicarle cuando pasó algo que Maddie no había logrado cuatro intentos atrás. Finalmente el oso de peluche logró elevarse levemente por los aires. Maddie dio un grito.

—¡Lo logré! —festejó—. ¡Tengo que mostrarles a todos!

Millie arrugó la cara y Maddie se bajó de su cama.

—Maddie, ¿Qué vas a hacer?

—¿Sabes en dónde está mamá?

—Creo que está dando clases...

—¡Bien! Así podré practicar un par de veces más antes de que regrese —la niña se puso sus zapatos y rápidamente se encaminó a la puerta.

—Espera ¿QUÉ? ¡Maddie! —Millie vio a la pelinegra saliendo rápidamente, así que no lo pensó dos veces; soltó su globo y corrió tras ella. No iba a permitir que hiciera otro desastre en el castillo.

Maddie corrió lo más rápido que pudo hasta que finalmente se detuvo en un pasillo. El sol acarició sus mejillas suavemente y no tardó en sonreír al ver una fila de jarrones perfectamente acomodados adornando el corredor. Ya estaba decidido; practicaría con uno de ellos.

—¡Maddie! —escuchó una voz a lo lejos. Millie la perseguía.

Negó con la cabeza y soltó un bufido, no quería que ella impidiera su momento así que rápidamente acomodó su cabello hacia atrás y sacó de nuevo la varita de su padre. La sostuvo fuertemente y volvió a gritar el hechizo totalmente decidida, tal y como pasó con el oso de peluche, uno de los jarrones del pasillo comenzó a elevarse por los aires. Maddie apretó la varita y en su rostro volvió a trazarse una sonrisa.

—¡Ves! ¡Te dije que podía hacerlo, Millie! —gritó mientras apuntaba al objeto con la varita. Su melliza llegó hasta ella y negó con la cabeza.

Severus y Minerva One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora