—¿Puedo repasar un poco? —le pregunté en un murmuro.—Anda a dormir—me contestó firme.
—Pero...
—Hace lo que te digo.
De confusión, pasé a bronca. Una bronca que invadió mi cuerpo en un instante. Suspiré profundo, tenía que pensar en Carolina, en lo que ella siempre me decía, en como me calmaba. Tenía que calmarme.
Me levanté, decidida a ir a dormir sin poder creer lo que me estaba haciendo. Antes de que pueda empezar a tratar de movilizarme en la oscuridad de mi venda, sentí como carraspeó. Iba a decirme algo.
—Lo merecías. Incluso podría decir que más.
Sacudí un poco mi cabeza para eliminar los malos pensamientos, y de a poco me dirigí hacia la cama. Destapé un poco a quien supuse que era Carolina y me adentré. Saqué con cuidado las vendas, sin ver nada y di la vuelta para dormirme, abracé a Caro, como siempre lo hacíamos. Sentí como después de unos minutos, se dio vuelta. Todavía no me había dormido, por lo que abrí mis ojos para que lo sepa.
—¿Cómo te fue?—me susurró.
—No me tomó.
—Lo hizo adrede.
—Lo sé—asentí mientras lanzaba un suspiro de cansancio. Estaba cansada y no solamente porque no dormía hace casi un día.
—Dormí—me contestó abrazándome. Me dio un beso maternal en la mejilla y se acomodó mejor—. Hoy no te despierto.
—Gracias.
—Descansa.
Unos ruidos insistentes se escuchaban por la sala. Fruncí mis ojos, no quería levantarme. Me quejé un poco, estaba segura que era Victoria. Con un suspiro, restregué mis ojos y me levanté para ver quien era. Efectivamente no me había confundido.
—¿Qué hora es?—pregunté, llamando la atención de mis hermanas.
—Estaba por despertarte—me contestó Caro con una sonrisa, fueron unos segundos porque volvió su vista a los vasos que estaba lavando— . Anda a bañarte, ya casi llega mamá.
Asentí rápidamente y me levanté para poder agarrar un poco de ropa. Caro estaba usando mi remera favorita, la que planeaba ponerme hoy, por que lo que tuve que elegir otra, un poco desconforme. Caminé hasta al baño, no sin antes saludar a Victoria que estaba bailando con la música que la radio emitía. Si él se enteraba que estaba escuchándola, probablemente habría problemas, pero estaba lo suficientemente baja como para que no escuche.
Relajar mis músculos, después de una larga siesta, en la lluvia artificial, era una de las mayores glorias que tenía. Por no decir la única. El baño representaba mi privacidad, lo más cercano que tenía a una. Procurando no gastar mucho, lavé mi largo pelo y me enjaboné. Tenía que hacerlo rápido, gastar agua no era algo que le gustaba que hiciéramos.
—¿Queres un té antes que llegue mama?—me preguntó Caro cuando salí del baño.
—Sí, por favor—le contesté agradecida. La ducha había sido sumamente relajante y el té haría su trabajo. Asintió y caminó unos pasos hasta la cocina, agarró la tetera, sirvió un poco en una de las tazas y me lo entregó. Se fue nuevamente, sacó tres galletitas del paquete y me las entregó. Quería saltar encima de mi hermana, ya que la noche anterior, tampoco había comido.
—Gracias.
—Apurate—sonrió, guiñándome un ojo.
—¿Por qué dormiste todo el día?—me preguntó Victoria, llegando a mi lado. Le entregué una galletita que aceptó gustosa, a pesar de que Carolina no tardó en obligarla a dejarla de nuevo en su lugar.
—No es algo que tengamos que decir Vicky—contestó Carolina.
—Pero...—balbuceó confundida— ¿No está mal mentir?
—Solo por esta vez. Te lo prometo—suspiró— . No tiene porqué saberlo.
—¿Por qué?
—Hace caso.
Unas llaves se escucharon, haciendo que las tres nos sobresaltemos. Rápidamente, Carolina me sacó la taza junto a la galletita que quedaba, mamá tampoco podía enterarse. Como todos los días, mamá llegó con muchas bolsas, nunca sabemos que es lo que realmente va a hacer afuera.
—Hola hijas.
—Má —saludó Caro— ¿Te ayudo en algo?
—No, me dijo que no haga nada de comer. Así que...
—¿Por qué?—pregunté confundida.
—No me dijo.
—Má, mira esto—corrió Victoria hacia ella. Cuando llegó, le entregó un dibujo.
—Que lindo hija —le sonrió amablemente, sin ningún tipo de emoción— ¿Que leíste hoy?
—Geografía.
—Muy bien—asintió, desviando la mirada.
—¿Micaela?
Me sobresalté. Claramente no había leído.
—Me contaste de... ¿Ingles, no?—me preguntó despreocupada y cómplice mi hermana mayor. Ella sabía que mi pasión por inglés era bastante. Amaba los miércoles de inglés. Alguna parte de mí, estaba odiando el que haya dormido toda la tarde, realmente disfrutaba estos días.
—Sí.
—Muy bien.
La puerta se abrió de golpe, haciendo que todas nos sobresaltemos. Un nudo en mis estómago, que reflejaba nervios, apareció haciendo que mi cuerpo se tense. Nunca me acostumbraba a esto, a él. Siempre era como la primera vez, nunca podías saber con exactitud que era lo que podía llegar a pasar.
—Vengan. Ahora.
—¿Qué está pasando?—preguntó mamá confundida.
—Yo no soy estúpido. Creó que lo saben—comenzó a hablar, ignorando a mamá.
—Lo hacemos—susurró Carolina. Las dos eramos inteligentes, sabíamos a quien teníamos que dejar hablar.
—Y si lo hacen... ¿Por que buscan desafiarme?
—¿Qué pasó?
—Alguna de ustedes, aunque me hago una idea quien, entró ayer por la noche a la pieza—su voz no reflejaba tranquilidad, a pesar de que estaba hablando despacio— . Quiero saber porqué.
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¡No Mires!
Short Story-¡No mires! -me gritó mamá. Rápidamente, ajuste las vendas para cubrir bien mis ojos, no quería problemas hoy. Todo quedo oscuro, como mi vida. La puerta se escuchó abrir y mi piel se erizó por completo, el miedo invadió mi cuerpo haciendo que respi...