Y, ¿entonces? ¿Por qué se llega a odiar a alguien que en algún momento amamos? ¿Por qué podemos querer ver lejos, a alguien que siempre quisimos tener cerca?
Entonces, ante estas preguntas que abundan en mi mente a medianoche, me remito a esta idea.
Somos egoístas las personas, ¿no?, queremos cuando queremos y podemos querer, pero, cuando alguien debe irse, por motivos relevantes, el cariño se transforma en desdicha, odio, preferimos recordar así lo malo, lo trágico.
¿Y si cambiamos eso por quedarnos con las sensaciones mágicas de aquel que siempre decidió quedarse un tiempo más aún cuando debería irse?
¿Cuánto cambiaría el mundo si cuando alguien se fuese, guardasemos lo positivo, y lo recordasemos con una sonrisa?
ESTÁS LEYENDO
27 Inviernos.
Teen FictionSegunda parte de mi primer comienzo "Ve más allá" Los pensamientos vienen y van, otra vez, como cada vez.