Parte 3: Café &...

11 1 1
                                    

Nos fuimos raudamente hasta mi departamento. Lo miro de vez en cuando, intrigado por aquella actitud tan serena. ¿Tan fácilmente piensas entregarte a los brazos de la muerte? ¿Qué te bese hasta exterminar tú último suspiro de esperanza? ¿Será tu perdición o la mía? Ah...ya basta Demián, le estas dando demasiadas vueltas al asunto.

Entramos a mi casa la cual en aquel momento se encontraba vacía. Lo hice pasar y el joven muchacho de ojos miel da un ligero asentimiento con su cabeza. El suave aroma a miel y vida invade nuevamente mi nariz. Haciendo que lo desee aún más.

- Toma asiento donde gustes...-le señalo la totalidad de aquella habitación color pastel. Mi hogar, dulce hogar.

Veo en este momento color normal. Bien, eso quiere decir que mi sed ha sido saciada. Me quedo más tranquilo. Por el momento no deseo beber ni comer a nadie. Vamos bien.

Veo como el muchacho toma asiento y me voy a la cocina. Sirvo en una taza dos cucharadas de café, cuatro de azúcar y le hecho un poco de agua caliente, apenas unas gotas para comenzar a batirlo enérgicamente. Una vez que considero que ya está listo sirvo en otras dos tazas y preparo los cafés. Suelto un suave suspiro y los tomo para llevarlas con el joven de cabello borgoña.

Lo encuentro ojeando un par de sus partituras de violinista. Se nota que le pone alma y vida a su arte. Eso me agrada, sonrío suavemente de lado. Se ve tan vulnerable así, tan metido en su arte. Si yo me moviera como normalmente hago, entre las sombras, para cuando se diera cuenta de mi presencia ya habría caído al abismo. Ya basta Fiend, deja estas ensoñaciones un poco. Me acerco y dejo ambas tazas en la mesa pequeña. El joven se sobre salta y rápidamente guarda las partituras. Como si estuviera haciendo algo mal. Me arranca una suave risilla.

-Pe-Perdona...estaba en mi propio mundo...disculpa...-toma la taza y la sostiene firmemente ahora.

Eso fue un gesto lindo. Adorable incluso. Rio un poco y me siento con mi taza de café entre mis manos. Muevo mis hombros riendo suavemente.

-Oh no te preocupes por ello... ¿Es tu pasión cierto~? Jamás oí interpretación tan magnífica...

Él me dedica una sonrisa tan cálida y un mirar tan dulce e inocente que hacen que mi corazón de un vuelco. Maldito humano, ¿Qué haces con este monstruo sin corazón?

-Me alegra oír eso, pongo todo mi corazón en cada nota~ -sonríe tan encantadoramente y luego bebe un sorbo de su café.

Asiento suavemente y tomo de mi café sin quitar mi mirar de serpiente encima de él. Este chico es...especial. Sencillo, apasionado, humilde. Su alma es...increíble.

-¿Tendrías que ir con los mejores profesores no crees? Digo...tu talento hay que cultivarlo... -sonrío seductoramente al de cabello borgoña.

El joven se sonroja nuevamente. Ese carmesí que tiñe esas mejillas, me gustaría probarlas...

-Oh gracias~...insisto que hay muchos mejores que yo...-le da otro sorbo a su café y luego se relame sus labios en un gesto inconsciente de gusto y satisfacción. Mi boca se seca. Quisiera ser yo quien lamiera esos labios- Oh vaya...me gusta mucho este café...

-Aquí solamente tengo lo mejor de lo mejor...-le guiño un ojo y dejo mi café en la mesita. Ya no me apetece más. Ahora lo deseo a él. Mis ojos de serpiente observan cada uno de sus movimientos. Paso uno de mis brazos por el respaldo del sofá rojo en el cual estamos. Me acerco un poco más y mis ojos se clavan en los suyos color miel.

Noto como su postura cambia. Se pone alerta, pero a su vez veo como su cuerpo desea este contacto un poco más íntimo. Eso pequeño, ven hacia mí. Sé que me deseas, puedo verlo.

-Ahora que lo pienso, esto no es justo...-me mira con sus ojos miel totalmente curiosos y deja su café- No me ha contado nada sobre ti Demián...Cuéntame algo sobre ti~

Eso me toma por sorpresa. Sus ojos no se separan de mi figura y le suelto una suave carcajada. Ja, si claro...como si fuera a contarte lo que soy. Saldrías corriendo.

-No hay mucho que contar...créeme...y lo que quieras saber...se dirá todo a su tiempo –mis ojos violetas lo miran profundamente al joven y veo como él escucha cada palabra. Cierra por un momento sus ojos como si estuviera siendo encantado por mis palabras. Asiente suavemente y al abrir sus ojos logro ver que está perdido ante mí, su deseo se hizo ciego y desesperado. Puedo verlo en aquellos ojos color miel.

Sin darle tiempo a que se aleje, o darme tiempo a mí de pensarlo dos veces, le tomo el rostro suavemente por el mentón y uno nuestros labios en un beso. Madre de todos los santos, ¿Acabo de hacer esto? Pero por lo que veo no opone resistencia. Es más lo disfruta. ¡Lo disfruta!

Me doy el placer de continuar aquel beso. Lentamente sus brazos se aferran a mi camisa, pasan por mis hombros y se enrollan alrededor de mi cuello. Mis manos bajan por su espalda hasta que llegan a sus caderas y lo abrazo lentamente con mi cuerpo sin cortar el beso. Un beso lleno de vida, y de café.

Oh si, será una noche magnífica. 

Demian: Historia de un yoma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora