Las cosquillas en las partes nobles de la muerte

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Brigitte sintió inequívocamente el endurecimiento de sus pezones. La muerte es algo que le había fascinado toda la vida, sin embargo, en muy pocas ocasiones había estado en contacto con ella: solamente cuando falleció su abuelo Severus Frederick Grey (asesinado en prisión, en donde cayó acusado de poner arsénico en el agua potable de Monterrey en los 80's) y cuando murió su gato Satanín (en circunstancias, digamos, misteriosas). Pero esto era diferente. Hace unos momentos había visto el cuerpo sin vida de su compañero Kenny recostado en su ataúd, y ahora lo estaba viendo golpear la pared de cristal del restaurante en el que se encontraba.

Brigitte sintió también como se le humedecía la pantaleta negra con decorados de calavera que llevaba puesta específicamente para el funeral. Habían sido, hasta este día, sus calzones de la suerte. Evidentemente tendría que buscar otros, porque estos no le estaban sirviendo de nada. Un cosquilleo le recorría sus partes privadas, y se sintió confundida. Tener una respuesta sexual tan repentina, casi pavloviana, ante un cadáver reanimado era inesperado. Pero la pelirroja no podía evitar el latir acelerado de su corazón. El humedecer sus labios con la lengua. Algo extraordinario estaba pasando. Algo que sólo en sus sueños más fantásticos hubiera imaginado: Un muerto había regresado al mundo de los vivos, y la estaba buscando.

El resto del grupo atinó solamente a gritar ante la aparición, primero, y después al entender la situación en la que se encontraban: En la calle personas ensangrentados peleaban por sus vidas contra otros muertos que les buscaban para agregarlos a sus filas. Un policía disparaba sin conseguir nada a uno de estos caminantes, que terminó por morderlo en el cuello. Un coche salió de la esquina como un bólido, arrolló a un grupo de personas y terminó por estrellarse contra un camión urbano en un  estrepitoso choque. Los fallecidos en este accidente, incluyendo al conductor (que resultó ser el jefe de gobierno del DF) salieron arrastrándose y buscando a quién morder, con los mismos ojos apagados con los que les miraba Kenny en este momento.

Kenny. Zombie Kenny.

— ¡Yo no fui, yo no te maté! — gritó Ron. — Bueno, si fui yo, pero fue sin querer Kenny, te lo jurito.

—¡Lo sabía! — le contestó Édgar. — Me dijiste que me habías encargado a mí apagar la corriente eléctrica, pero entonces ¿por qué tenías tu los guantes de electricista? ¿Eh? ¿Por qué--

¡Crash!

 Con un ultimo golpe, el cristal cedió y Kenny se precipitó al interior. Instintivamente todos dentro del recinto, empleados y comensales, buscaron la salida de emergencia, pero se topaban contra la pared.

— Es inútil— dijo Cristian. — Esta puerta está pintada.

— ¿Qué es esto, una caricatura del Coyote y el Correcaminos? — preguntó Reny, visiblemente nerviosa. — ¡Ni siquiera de Hora de Aventura o de Steven Universe! 

— No chingues, ¡pinche CDMX es Springfield! — exclamó Reny.

Brigitte pudo ver en cámara lenta como Kenny se incorporaba y se lanzaba contra ellos. Pudo ver el miedo en el rostro de sus amigos y pudo comprobar que, en contraste, ella se sentía viva, como nunca se había sentido. Tenía ganas de vivir, y de coger. Pero primero de vivir.

— ¡Por acá! — dijo, y tomó a Reny de la mano. Reny cogió a su vez a Gumii,  y se dejaron guiar por la regiomontana hacia el baño del local.

— ¡Yo también! — dijo Cristian.

— ¡No! — le espetó Brigitte. — Si se acaba el mundo terminarías por intentar violarnos.

— Bueno, tal vez sí, tal vez no. Es que son muy guapas amigas. Yo sólo soy un hombre — anotó.

—¡No! — gritó Brigitte de nuevo, y le dio un puntapié en la espinilla.

— ¡No mamen, déjenme entrar. Siempre quise ser el héroe en el evento de un Apocalipsis zombie! — Les pidió Edgar.

— ¡Todos fantasean con eso! — le contestó Brigitte, y cerró la puerta con seguro.

— ¡No quiero morir, no he hecho el video de "Si las botanas fueran person--aaargh!" — Se escuchó en voz de Ron. 

Luego vino una cacofonía de gritos y estruendos. 

Luego un ominoso silencio.

Luego, nada más que los tenues jadeos de Brigitte.

"¿Por qué estoy tan excitada?", pensó. Abrió sus brazos, y sus amigas Gumii y Reny fueron a su encuentro entre lágrimas. Brigitte cerró los ojos, inhaló el perfume de sus cabellos y concluyó la situación no era tan mala después de todo. Las tres reinas magas estaban juntas. Podrían encontrar al niño diablo si se decidían a buscarlo.

La señorita Grey, con visiblemente mayor aplomo que sus amigas, separó el abrazo, les puso una mano sobre el hombro a cada una, les miró a los ojos y les dijo:

— Ahora ustedes son mis perras. 

Bajó ambas manos y les apretó al mismo tiempo un seno a cada una, muerta de la risa.

Honk honk. La bruja está viva.

Brigitte Grey y el Zombie de OzzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora