— Creo que ya no vamos a terminar el sketch de "Si los políticos fueran personas". Tan bien que me había quedado mi imitación de Margarita Zavala. "Yo tengo las manos limpias",— susurró Reny, mientras manoteaba cómicamente al aire y luego hacía la mímica de beberse una botella.
— Y yo ya no podré ser la flor más bella de la Frikiplaza por tercer año consecutivo, — se lamentó Gummi. — ¡Seguramente ya ni existe la Frikiplaza!
— Ese lugar estaba bien pedorro, — señaló Brigitte —. Olía a chetos y a sudor de niño rata.
— No te burles de mi gente, Brigitte. Esos frikis me adoran, — se defendió Gummi. — Todos ven nuestros videos.
— Veían — dijo Reny. — ¿Qué vamos a hacer ahora?
— Tranquilas mis reinitas, — las tranquilizó Brigitte. — La muerte es mi negocio y el negocio va bien.
La pelirroja inspeccionó el pequeño baño en el que se encontraban encerradas. Había tres sanitarios y frente a ellos se ubicaban los lavabos, equipados con un espejo hasta el techo. Brigitte se miró en él. Empezó a hacer caras chistosas y luego admiró sus bellas facciones. Se lamió delicadamente las yemas de sus dedos índice y medio y se acarició tímidamente un seno sobre la blusa. Se sentía muy atractiva. Sabía que lo era. Se desabotonó el cuello y se preguntó a sí misma cómo sería tocar a otra mujer, y si Reny o Gumii lo habrían hecho alguna vez. También se volvió a preguntar por qué en medio de lo que parecía ser el Armagedón sentía estas necesidades carnales. Miró a sus amigas tratando inútilmente de conectarse a internet con sus smartphones y se convenció de que si alguna vez quería verlas desnudas, primero tendría que sacarlas de ahí.
La puerta era un modo de salir, pero no quería enfrentarse a zombie Kenny y posiblemente a todo QueParió! zombie. Tal vez podrían esperar, pero Brigitte era fan de The Walking Dead y sabía que quedarse encerrada en un lugar sin armas y sin comida no era buena idea. Al menos no sola. Si bien ella se sentía un Daryl, sabía que Gumii y Reny eran como Lori y Carol de la temporada uno.
La ventana era otra opción. Era pequeña y tenía una malla, pero con algo de empeño podrían superar el obstáculo. Probablemente si Reny subía en los hombros de Brigitte, que era la más alta de las tres, la podrían alcanzar. Y de paso experimentar algo de contacto físico... Reny era muy inocente, tal vez la regia podría convencerla de hacer la maniobra en ropa interior.
Sin duda tendrían que trabajar rápido porque la noche se cernía sobre ellas.
— Vamos a salir por la ventana — anunció. — Pero antes de empezar, ¿alguien quiere ir al baño?
Por supuesto que todas querían ir al baño. Mientras hacían pipí, cada una en un cubículo, escucharon que la puerta se abría, y se quedaron heladas.
"Como el Tigre de Santa Julia no", pensó Gumii. "Así no".
— ¿Hola? — susurró una voz.
Silencio.
Ninguna de ellas se atrevió a hablar, pero el sonido de una flatulencia salió del cubículo en el que estaba Reny.
Prrruffff.
— No hagan ruido, — dijo la voz. — Los muertos salieron de la pizzería. Es seguro.
Brigitte sacó los dedos de su vagina y se incorporó ajustándose la ropa interior y los pantalones. Sólo había algo que odiaba más que la interrupción durante una masturbación: Los payasos. De modo que si el culpable del auto coitus interruptus era un payaso, su furia llovería del cielo como el fuego sobre Sodoma y Gomorra.
Se asomó y vio a una persona muy parecida a Ron. Pero no era Ron. Sus ojos estaban apagados, y no estaba grabando nada.
— Paridos, si les gustó este apocalipsis zombie no olviden darme su cerebro y dejar de correr si no lo han hecho, la mordida zombie está aquí abajo, — señaló una herida en su pierna — es fácil, es gratis y listo.
— Te voy a dar tu detrás de cámaras — le dijo Brigitte.
Levantó la tapa del tanque del inodoro, una pesada loza de porcelana, y la rompió contra la cabeza de Ron en un limpio movimiento circular.
— Vámonos niñas — dijo.
Reny y Gumii se asomaron tímidamente.
— Pero si era un zombie, ¿cómo estaba hablando? — preguntó Reny.
— ¿Cómo abrió la puerta? — cuestionó a su vez Gumii.
— Tenía la llave — dijo Brigitte. — Y nunca se callaba. Ni muerto. Síganme.
El sol se ocultaba en el horizonte cuando salieron del lugar. Se movieron en las sombras guiadas por una inspirada Brigitte, que parecía renovada tras el incidente en el baño. Ron era su amigo y el jefe en Qué Parió!, y haberle regalado la dulce paz de la muerte le hacía sentir bien.
"Ojalá pudiera matar a todos mis amigos", susurró.
Miró a sus compañeras con ojos de emoción y lujuria, y sonrió. Gumii y Reni no supieron cómo interpretar la mirada, pero no se atrevían a separarse de ella.
— Ojos abiertos, señoritas, — dijo Brigitte. — Ya no estamos en Kansas.
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Brigitte Grey y el Zombie de Ozz
Fiksi PenggemarBrigitte, Gumii y Reni de QuéParió! se enfrentan a la muerte de su compañero... y al fin del mundo.