CARRERAS SIN SENTIDO

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Aquella tarde, mientras el escritor reposaba en un viejo roble, se escuchó una voz:

—¿Qué miras en el cielo joven escritor?

—Veo la tristeza de la luna y el sol, —respondió el escritor al árbol —eternos enamorados condenados a perseguirse el uno a otro y sin poder detenerse un instante en su loca carrera.

—Sin embargo, más triste es el humano, —respondió el roble —el sol y la luna no tienen opción en su cruel destino, sin embargo, el hombre y la mujer, aún teniendo la posibilidad de detenerse para ser alcanzado por su ser amado, aceleran más el paso en busca de lo que jamás alcanzarán.

Al ver que el roble tenía mucha razón, el escritor dejó de tener lástima por los astros para reflexionar en su propia vida.

De la pluma del escritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora