El colmo

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Ahí estaba, con una chica que no conocía, tratándola mejor que a ella, besándola como si su relación con ella no existiera. No podía decir que era su imaginación, no podía decir que no era él ¿O sí? -Marinette ¿Ese es Clo? ¿Ese es mi novio?- Dijo la rubia al mirar confundida a su amiga que dudaba en responder -Eh, este, sí- Ante la respuesta, la rubia caminó con pisadas fuertes directo hacia el rubio que se hacía llamar su novio, se detuvo a un lado de él y le dijo -¿Por esto te preocupaba que saliera?- Sin darle tiempo de responder, la rubia le soltó una cachetada con tal fuerza que se escuchó por todo París que lo tiró hasta el suelo, para después irse a toda prisa sin voltear atrás. Adrinne caminaba sin prestar atención en el rumbo que tomaba, no planeaba detenerse por nada del mundo, hasta que sintió que una mano que la intentó detener -Sabrina, no me sigas, corre, ve y dile a ese infiel- -¡Clow no me envió! Vine yo sola- -¿A qué?- La pelirroja miró con timidez a la rubia que estaba a segundos de estallar del coraje que sentía. La pelirroja respiró con fuerza, estaba por decir algo que se había estado guardando por mucho tiempo, algo que esperaba, le trajera la felicidad a todos.

-No te enojes con Clow- Al ver que la expresión de la rubia parecía querer matarla de golpe, la pelirroja se apresuró a agregar -Clow es un hombre, necesita sentir el calor de una mujer constantemente. Creo que si ambas nos esforzamos lo suficiente, podríamos satisfacerlo para que no busque a otras ¡Sólo seríamos nosotras!- -¿Qué?- El rostro de Adrinne ya no mostraba la ira que la invadía, ahora su expresión era del horror y nauseas al comprender lo que le estaba diciendo la pelirroja, todo lo que eso significaba, lo que le estaba sugiriendo; eso era, eso era, era -¡¡Eso es asqueroso!! ¡No estoy para satisfacerlo! ¡No me importa si es hombre, animal o bestia! ¡Ya no me importa! ¡Quédatelo si lo quieres! ¡Aguántalo tú que yo ya no quiero saber nada de él!- Gritó lo más fuerte que pudo la rubia antes de alejarse de la pelirroja sin escuchar las explicaciones que le daba. -¡No digas eso, Adrienne! ¡Él te prefiere a ti sobre otras! ¡Adrinne! ¡Sólo a ti te aceptaría reconocer como su novia! ¡Adrinne! ¡Los hombres son así! ¡No puedes ir por ahí poniéndole peros a cada defecto que veas! ¡Adrinne!- La rubia detuvo su paso, girándose con lágrimas en los ojos y con una mirada llena de ira, dijo -Si así son los hombres, prefiero tener ni uno cerca-

La rubia derramaba sus lágrimas en su cuarto sin querer ver a nadie. La asistente de su padre había cancelado todos los pendientes que tenía; no le había dicho nada, sólo le había bastado ver la cara de la joven para hacerse a la idea del dolor que sentía. No quería indagar en las causas de su dolor, no tenía derecho de meterse en la vida de la familia del señor Agreste. Desde que la Señora ya no estaba con ellos, su relación se hacía a cada instante más distante; a ese paso no dudaba que la chica fuera metiéndose en un asunto que la perjudicial. La asistente pelinegra se dirigió con firmeza en su paso y con duda en su corazón al momento de dirigirse hasta la oficina del señor Agreste, sentía que no debía intervenir en la vida de esa familia, no era su derecho, no lo era; pero no podía seguir sin hacer nada al ver llegar desecha a la pequeña Adrinne. -¿Ocurre algo? Nathalie- -Disculpe las molestias, Señor Agreste, pero necesito hablar con usted- -¿Sobre qué tema?- -Su hija Adrinne- El hombre dejó la acción que estaba realizando y desvió toda su atención en su asistente -¿Qué hizo Adrinne?- Dudando en las palabras que iba a usar, Nathalie tragó saliva antes de hablar.

Adrinne regresaba a su cuarto mientras recogía sus lágrimas con una mano y con la otra sostenía unas bolsas para la basura. Al llegar a su cuarto, la chica no dudó en tomar todas y cada una de las cosas que le había regalado Clow a lo largo de su relación. Una parte de ella quería gritar y seguir llorando, la otra parte ya no le importaba; era esa la parte que la hacía sentirse aliviada. A cada regalo que tomaba llegaban a ella sus recuerdos junto al rubio, lo insistente que era para tocarla, lo cariñoso que se ponía cuando ella quería deseaba calma y lo indiferente que era con ella cuando buscaba un poco de compresión. La chica arrojó el regalo junto a los recuerdos no tan dulces que le traían. ¿Cómo no se había dado cuenta de la clase de hombre que era? ¿A caso todos los hombres eran así o sólo él? ÉL le había visto la cara ¿Era su culpa por ser tan ingenua? No quería ver a nadie con la vergüenza que sentía ¿Alguien más sabía que Clow le veía la cara? ¿A cuántas chicas consiguió mientras salía con ella? ¿Por qué nadie le había dicho algo? La joven siguió tirando los regalos que del rubio hasta toparse con la caja que contenía el regalo que le había hecho a Juleka. Adrinne le había hecho el obsequio a la pelinegra para que lo compartiera con Rose, ¿Qué habría pasado? Al menos a Marinette si le había gustado ¡¡Marientte!!

La joven recordó que en el momento que vio a Clow con esa muchacha, estaba por acompañar a Marinette a ver a Nathaniel ¿Cómo podía ser tan desconsiderada? Marinette estaba pasando por un mal momento y lo único que había hecho era dejarla sola a su suerte sin decirle nada. Apurada, la rubia dejó lo que estaba haciendo y buscó su mochila que había aventado sin preocupación al llegar a su cuarto. En el momento que la encontró, sacó su celular y vio que tenía varios mensajes de su amiga preguntando dónde estaba y si estaba bien. La había dejado con mil dudas; tenía que hablar con ella, pero no era justo para ella explicarle por teléfono, tenía que ser en persona y ella sabía dónde iba a estar.

Me disculpo sinceramente por tardar tanto en subir  este capítulo. Sé que son pocos los que leen este fic, pero ese no es pretexto para dejarlos tanto tiempo sin una actualización. No les voy a prometer que esto no puede volver a pasar, no soy fan de hacer promesas que no estoy segura de cumplir, pero si les puedo decir que seguré actualizando.
Atte: Mon

 

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