Capítulo 28

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Papá me llevaba abrazada de un hombro. Sabíamos que había perdido el juicio y que ya no nos quedaba más que la despedida.

Inconscientemente llegamos a la plaza ubicada cerca de mi casa, donde se situaba mi árbol, que a pesar de todo, seguía manteniendo buenos recuerdos de él. Pero luego lo vi.

El chico comenzó a acercarse a
nosotros, pero sabía que me haría daño hablar con él, así que sólo levanté mi mano indicándole a que se detuviera, pero papá se dio cuenta de mi acto.

-No te acerques muchacho- Dijo
desafiante mirándolo con furia- No quiero conocerte, y menos ahora después de todo lo ocurrido, así que apártate si no
quieres salir mal de esta.

-_______ ¿Qué pasó?¿Ustedes ganaron el juicio cierto? ¿Cierto? ¿Votaste a favor de tu padre no es así?

-Vamonos... -Le murmuré a papá mientras lo empujaba en dirección a casa, sin respondiendo las preguntas

del chico, y con la garganta seca y el corazón detenido, prometiéndome que aquella sería la última vez que vería a Bruno.

Llegué a casa y me encerré en mi
habitación. Comencé a ordenar mis cosas; mi ropa, mis cuadros, mis materiales, todo, hasta llegar al último cajón de un mueble, donde se encontraban todas y cada unas de mis cartas.

¿Qué hacer con ellas?

Pues esa era la pregunta del millón ¿Qué hacer con las cartas que comenzaron con todo esto? ¿Botarlas?¿Quemarlas? ¿Guardalas como el recuerdo de una mala experiencia? ¿Qué hacer?

En eso me tomé unos largos minutos para poder tomar "la mejor decisión"

______. Al final el chico optó por llamarme _____ . Y yo, opté por llamarlo "chico". Todo grandemente ridículo.

Durante esos 3 días, no me dirigí a la plaza y no me importaba recibir cartas del chico. Sólo quería pasar un buen rato con
papá, porque serían los últimos.

No hubo rastro del chico en esos 3 días.

En la mañana, mamá llegó en su auto. Aaron estaba en casa de los abuelos, ypapá había pedido el día libre otra vez en el trabajo.

Primero, nos dedicamos a tomar desayuno. A pesar de la separación de mis padres, el desayuno fue agradable, y me hizo pensar en la vida solitaria que ahora le dejaba a papá. Él no merecía esto.

Pero luego comenzó lo realmente duro de todo. Subir todo al auto.

Lentamente ingresaba con maletas, cajas y bolsos al auto de mamá seguido por las constantes correderas de Spike, que hicieron caerme en una oportunidad con una cajita. La caja donde había guardado mis cartas. Me puse de pie, y dejé la caja a un lado, y volví por el último bolso.

Comenzaba a cerrar la maletera cuando sentí unos pasos rápidos que venían en mi dirección. Sabía quien era. Lo que no sabía era como actuar.

Pero volteé de todos modos, ya nada se podía hacer.

Bruno se detuvo y me quedó observando mientras intentaba recuperar su respiración. Había corrido para llegar hasta mi casa, lo veía en su frente brillante de sudor y en su respiración. Pero ahora lo que seguramente intentaba, era asimilar, esta situación... Ser humillado por segunda vez, perder lo que tenía por su propia responsabilidad.

-¿Te vas?- Preguntó con una voz
quebrada, pero podía sentir su serenidad, o madurez. Spike comenzó a ladrar mientras se acercaba a Bruno. Luego se
tranquilizó mientras se cruzaba entre sus piernas y saltaba para alcanzarlo. Sólo pude respirar hondo y respondí:-

-Mamá ganó el juicio.

Creí que el chico había dejado de respirar.

Pero solo guardó silencio y comenzó a observar en distintas direcciones. Me di cuenta de que papá y mamá me observaban. Simplemente no sabía que hacer, o decir.

-Siento que tengas que pasar por
esto otra vez- Dije luego de reflexionar y no me arrepentí de ello, puesto que era realmente lo que sentía.

-No, no lo sientas, porque esta vez no es lo mismo. Esta vez creí hacerlo a tiempo, pero me equivoqué, eso prueba que soy
más torpe que antes. Pero lo que siento tampoco es lo mismo. Ahora me equivoqué con la chica correcta.- Me aguanté el llanto y tragaba constantemente saliva- Quiero que sepas que me arrepiento de esto, pero jamás me arrepentiré de haberte conocido.

Ahora sabía que hacer. Ahora sabía que hacer con las cartas.

Me alejé del chico y corrí a mi patio. Luego, volví sabiendo que lo que hacía era lo mejor.

-Quiero que conserves esto- Le ofrecí al chico mi caja, o en realidad nuestra cajita, que contenía en su interior todas las cartas.

Me observó con unos ojos llorosos y luego de unos segundos levantó su mano para lentamente rechazar la caja atrayéndola nuevamente hacia mi.

-Mars, no hay rencores. Pero quiero que la conserves tú.

Ahogó su llanto en un suspiro mientras yo intentaba mostrarle una sonrisa sincera.

El chico me recibió la caja.

-A pesar de todo fue una bonita
experiencia- concluí ofreciéndole esta vez mi mano.

-Solo guardo buenos recuerdos- Dijo estrechándola fuertemente- Te deseo suerte.

-Igualmente Bru... Mars, si algún día te vuelvo a ver, créeme que no dudaré en sonreírte.

Y esas fueron mis últimas palabras.

Abracé a papá unos largos minutos y luego subí al auto. En 24 horas volvería a mi antigua vida, a aquella que no tenía sentido, pues ahora recordaba que había sido Bruno quien le había dado un sentido a mi vida.

Solo Una Carta |Bruno Mars|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora