Capítulo 3: Fe

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JongIn se sobresalto cuando oyó el primer grito proveniente de su recámara. Dejó caer la botella de cerveza y corrió al cuarto en donde se encontraba JongDae. Estaba enredado entre las sabanas, retorciéndose como si estuviera luchando con alguien.

Krystal había dejado encendida la luz de la mesilla cuando fue y le cambió los sueros.

- ¡No! - grito JongDae. El terror que impregnaba esa única sílaba le puso a JongIn los pelos de punta. Empezó a llorar y a forcejear con él mientras intentaba despertarlo.

- Despierta, JongDae. Todo está bien. Te voy a proteger.

Tuvo que repetírselo varias veces con firmeza, hasta que consiguió arrancarlo de los brazos de la pesadilla. Cuando JongDae abrió los ojos, tenía las pupilas dilatadas y todo el cuerpo le temblaba.

Cuando JongIn se sentó en el borde de la cama, JongDae intento alejarse de él, a pesar de lo malherido que estaba. Aquel sencillo movimiento le restó el poco color que tenía en el rostro. Estremeciéndose, JongDae giró hacia la izquierda, lejos de JongIn para sacar la cabeza de la cama y vomitar en el suelo.

Entonces, rompió a llorar.

JongIn se quedó paralizado un instante, sin saber que hacer. Nunca en su vida había sentido la necesidad de consolar a nadie como se sentía al ver a JongDae. Se quedó perplejo al presenciar una tristeza tan profunda.

JongIn fue al baño por una toallas, le tendió una a JongDae y empezó a limpiar el suelo en silencio con otra toalla. Cuando hubo terminado, los sollozos de él se habían calmado como un muerto. Tal vez, porque cualquier movimiento le dolía.

El se había caído de las escaleras cuando tenía quince año y se había golpeado fuerte en una muñeca. Sabía cómo se sentía él.

Por eso, no se arriesgo a intentar sentarse a su lado de nuevo. No quería que JongDae se imaginara cosas que no son. Quería ganarse su confianza y espantándole no lo haría.

- Te traeré algo de comer.

JongDae se quedó tumbado, mirando al techo, tratando de no pensar en nada. Momentos después, su anfitrión regreso con una bandeja. Había sopa con verduras y una rosa en un vasito de cristal.

- No... no tengo hambre - dijo JongDae con la voz ronca cuando JongIn iba a acercarle la comida sobre la mesita portátil que tenía.

- Tienes que comer. Son órdenes de Krystal.

Por su expresión de determinación, estaba claro que JongIn no iba a aceptar un no por respuesta. JongDae intentó comer, pero le costaba un mundo tragar cada bocado. Después descubrió que si tenía hambre así que no le importó tragarse la comida.

Cuando JongIn abría la boca para decir algo, JongDae lo interrumpió.

- ¿Podrías traerme algo más de comer? La sopa esta bien pero no me gusta mucho... - balbuceó JongDae apretando la sabana con sus dedos. Estaba haciendo un esfuerzo para hablar.

JongDae trató de recuperar la compostura, seguro de que en cualquier momento podría poner sus neuronas en orden. Parecía inmerso en una pesadilla. Un hombre ceñudo lo cuidaba y lo protegía después de lo que paso en las últimas semanas.

Era alto. Tenía el rostro fino, atractivo. Era guapo en el sentido estricto de la palabra. Nariz pequeña y gordita en la punta, mandíbula que parecía tallada en granito y ojos negros como la noche, tanto que no se le diferenciaban las pupilas. Su pelo era rubio y le daba un toque salvaje que delataba su desprecio hacia la sociedad. Tenia el pecho levemente marcado, con tres pequeñas cicatrices en la costilla y una marca de quemadura en su costado izquierdo. Observándolas, JongDae frunció el ceño, deseando poder tocárselas. Lo cierto era que estaba impresionado por lo magnífico que era aquel.

Atracción Inesperada (KaiChen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora