C A P Í T U L O 1

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Un año antes.

Mis manos se deslizan a través del suave pasto del campo y se detienen al topar un «diente de león».La arranco del suelo y la observo detenidamente, es de color blanco «hasta ella es imperfecta» me digo a mi misma.La llevo hasta la altura de mis labios.

-Sólo... sólo regresa- digo finalmente y soplo. Esta se desvanece con ayuda de las fuertes brisas.

Seguido de eso, una lágrima cae por mi mejilla, pero ella no viene sola ya que desata una mar de lágrimas, de ser posible haría rebosar el río que se encuentra a unos cuantos metros de mí al igual que el viejo mito basado en una mujer que perdió a su amado, lloró tanto que sus incesables lágrimas crearon un gran lago. Mi situación es casi la misma a excepción de la persona, ella lo hacía por el amor de su vida, yo por mi amigo.

El viento cada vez se hace más fuerte. El pasto es movido hacia todas las direcciones, tanto que Max se pone de pie. Alcanzo a oír algo que se acerca a lo lejos, alzo la mirada hacia el cielo y veo dos aviones que pasan por encima mío.

Quisiera ser como ellos, pasar por encima de todos los problemas, mantenerme en calma y ser feliz.

Es tan extraño que estos pasen por aquí, en realidad no deberían hacerlo.

El General trae materiales de otros lugares que nadie conoce, a excepción de él. Él nos lo ha dicho por medio de la pantalla grande que se encuentra en el centro de nuestro pueblo la cual solo se enciende automáticamente cuando él lo ordena.Lo raro es que él nos dijo que sus aviones rodearían nuestro pueblo, no que pasarían sobre éste.

Los aviones se dirigen hacia el lado en el que el sol cae.

Me subo inmediatamente a mi caballo, el cual al sentir el leve golpesito que le doy en su panza empieza a trotar, tenso un poco más las riendas y este corre lo más rápido que puede pero no es lo suficiente.

Mi cabello rizado da golpes contra mi espalda una y otra vez. A pesar de la gran distancia que estos nos llevan logro alcanzar a ver lo que llamó mi atención de estos: llevan unas grandes cajas colgando de ellos.

La velocidad en que van estos es tan grande que no logro alcanzarlos, y en cuestión de minutos los pierdo.Pero aún así, me aventuro en el bosque tratando de oír algo.

El cantar de los pájaros, las fuertes brisas del viento, el imparable grillar de los pequeños insectos que se encuentran escondidos entre los arbustos, me desconcentran y no me dejan centrarme en lo que en verdad deseo, escuchar el motor de los aviones.

La abuela desde hace unas semanas atrás me ha estado preguntando si había notado algo poco común.Ahora entiendo a lo que realmente se refería, a esto. Cuando me aseguro de que no están lo suficientemente cerca como para oírlos regreso a casa.


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