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– Bruno , ¿qué rayos haces aquí? – exclamé atemorizada levantándome de la cama.

– Comprobando si eres capaz de cumplir con tu promesa – respondió en tono serio acostándose de lado y poniendo su cabeza sobre su mano cerrada.

– Estás loco, ¿cómo entras así nada más?, Brandon puede estar en el baño.

– No te preocupes por él, salió a correr hace quince minutos.

– De todas maneras vete, Julieta sí está en la casa.

– Esa niña no se despierta antes de las once y apenas son las nueve de la mañana – dijo hincándose en la cama.

– Por favor, Bruno, no me hagas las cosas más difíciles.

– ¿Tú?, ¿difíciles?, ¿y yo cómo califico que no tienes voluntad para impedir que él te acaricie? – exclamó acercándose a mí que seguía de pie cerca de la cama.

– Bruno, estaba dormida, perdón si no tengo mucho control bajo ese estado.

– Sentí cuando te despertaste y no me detuviste – me tomó por la cintura y me hizo caer en la cama colocándose encima de mí – no quiero imaginarte entre sus brazos.

– Tonto, yo sabía perfectamente que eras tú, mi cuerpo te reconoce.

Me sonrió encantadoramente, mientras sus ojos analizaban mi cara y me quitaba un mechón, para luego besarme apasionadamente, mientras su mano doblaba una de mis piernas y acariciaba la pantorrilla debajo del pantalón.

– Buenos días Victoria,mi Vicotoria – dijo sonriente en mis labios rozando su nariz con la mía

– En serio que sí estás loco, ¿te caíste de niño y te golpeaste la cabeza?

– No, me la golpeó una hermosa desconocida la noche de un martes y ella fue la que me hizo enloquecer – respondió mientras besaba mi cuello.

– ¿Así que estás loco por una desconocida? – pregunté sonriendo con los ojos cerrados, siguiéndole el juego.

– Sí, no sé que me ha hecho, creo que me embrujó – respondió lengüeteando el lóbulo de mi oreja mientras se abría paso para que nuestros sexos se rozaran.

– Deberías hacerte una limpia para librarte del hechizo – dije acariciándole lentamente la espalda.

– No se me había ocurrido, gracias por el consejo.

Volvió a besarme en los labios mientras mis manos jugaban con su cabello y movía mi pelvis acompasadamente con la suya. Bajó dando pequeños besos a mi cuello, yo jadeé acariciando el suyo.

– Bruno, ya basta – dije con un hilo de voz sintiendo como se elevaba mi temperatura – no podemos continuar con esto y menos aquí.

– Vamos a mi habitación, entonces.

– Por supuesto que no, Brandon no tarda en regresar.

– Tenías que recordármelo – dijo molesto – está bien, por ahora lo dejaremos así.

Me dio un pequeño beso en los labios y con dificultad se levantó de la cama, mientras yo le sonreía. Me levanté después que él y camine hacia el baño, cuando puse la mano en el picaporte sentí que me agarraba, me dio la vuelta y volvió a besarme apasionadamente, le correspondí unos instantes y después rompí el beso.

– Bruno, por favor, detente – dije seria poniendo mis manos sobre su pecho alejándolo.

– Es que no puedo evitarlo, me encantas Vicotria,Toria,Tori – dijo mirándome a los ojos – pero, ganas otra vez, ya me debes dos.

– Anoche te cobraste una, ¿ya se te olvido tu amenaza?, me hiciste entrar en pánico.

– Discúlpame, estaba cegado y fue lo único que se me ocurrió para verte a solas.

– Lo pensaré, claro que si te vas ahora ayudará a aclarar mi mente.

– Chantajista.

– ¿Yo?, el ladron cree que todos son de su condición.

Me sonrió y me dio otro pequeño en los labios, me quedé ahí parada para asegurarme que salía de la habitacion, cuando lo hizo y cerró la puerta, entré al baño. Me metí a bañar y cuando termine de vestirme Brandon entro a la habitación, me saludó a lo lejos y me dijo que se daría un baño.

Bajé a la cocina para preparar algo de desayunar y Julieta estaba ahí tomando café y hojeando una revista.

– Buenos días, Juelieta.

– Hola Victoria, buenos días – respondió y se levanto para saludarme de beso en la mejilla – justo estaba pensando en ti, estoy viendo un anuncio de la ropa de Jazzy – agregó enseñándome la revista y la miré unos segundos.

– Por cierto, ahora que lo mencionas, tengo duda de algo que me dijiste el día de la presentación – dije sirviéndome una taza de café.

– Adelante, con confianza.

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