Ahora.
Abro los ojos de golpe.
Tengo una de mis manos sobre mí pecho y mi corazón está palpitando a mil por hora. La misma pesadilla ha vuelto atormentarme, y no he podido salvarlo, otra vez. No, no es el sueño eterno. Estoy en el sueño eterno.
Miro hacia mi ventana, aún no ha amanecido; el reloj que está sobre la mesa de noche marca las cuatro y media de la madrugada.
Escucho mi respiración rápida y constante, pero a los pocos minutos está se va acompanzando. Cierro los ojos.Todo se oscurece y...
Despierto por segunda vez, gracias a la molesta iluminación del sol que atraviesa la ventana dándome en la cara. No sé porque me siento muy cansada a pesar de haber dormido, se supone que no debería ser así. Y con mucha más razón teniendo en cuenta que duermo dos veces. Aunque una no es del todo real.
Siempre duermo con la esperanza de que al día siguiente me levante con más energía, pero no es así.
Ya nada es igual...
Estiro los pies lo más que puedo e igual que con los brazos. Oí decir a un chico que hacer esto diariamente durante meses ayudaría a ganar unos cuantos centímetros en la estatura, llevo mucho tiempo haciéndolo, sin embargo, aún estoy en espera. Quizá no funcione, o al menos no conmigo.
Quitarme las sábanas no hace falta, me muevo demasiado al dormir y al despertar estas se encuentran tiradas en el piso. Me siento al borde de la cama apoyándome con las manos. La vieja cama suelta un chirrido, y no rechazo la idea de recoger las tablas que la conforman, las cuales se han caído con el paso del tiempo. Miro a la nada mientras busco a tientas las sandalias con los pies.
Cada movimiento que doy es lento y pesado. De pronto, la alarma se enciende y suelta un inesperado sonido ensordecedor, doy un brinco.
Recojo las sábanas y salgo disparada hacía el cuarto de Tyler, con las sandalias puestas en el lado incorrecto. Solo a mí me pasaría eso.
— ¡rayos!, ¿no era sábado? — susurro mientras corro hasta llegar al cuarto de Tyler.
Ni siquiera me tomo el tiempo de tocar la puerta ya que no serviría de nada, conociéndolo... sería en vano. Giro la manija. Asomo la cabeza y lo veo.
Él aún sigue durmiendo como un bebé, literalmente. Lleva un polo plomo, su favorito para ser más específica. De echo, todas nuestras prendas son así de oscuras: plomo, negro, excepto el blanco que también es aceptado. Esto para no olvidarnos de que somos inferiores y que solo los "perfectos" no tienen límites en lo que elijan.
—¡Tyler levántate! — grito mientras le quito la sábana que lo cubre— ¡¡es tarde!!
—¿Y?—contesta él malhumorado. Se retuerce hasta donde su cuerpo se lo permite— déjame dormir, estoy muy cansado...
—No, ya es demasiado tarde — sujeto las sábanas con más fuerza
—Por favor sólo tengo ocho años déjame ser un niño — suplica mostrándome sus profundos ojos castaños.
—Sólo cinco minutos más— digo dándome por vencida.
Ahora entiendo porque era tan difícil para mí padre llevarme temprano a la escuela.¿Quién podría resistirse ante las suplicas de un niño?. Tenía seis años cuando mi madre decidió coger el trabajo de turno mañana para que mi padre cogiera el turno siguiente y así pudiera descansar al igual que recuperarse de su fuerte dolor de espalda, ya que muchos años cargando madera durante horas hacía de su dolor cada vez más insoportable.
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INNER BEAUTY
Science Fiction¿Te imaginas un mundo donde la perfección realmente exista....? Nadie estaba preparado para esto. Nadie pudo evitarlo, ni mucho menos pudo haber salido ileso. Nadie, menos ellos. No eran diferentes, tampoco mejores que los demás, porque eso era lo d...