13. De París, con amor

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Año nuevo llegó poniendome melancólica. No podía creer el giro que había dado mi vida en el 2016 pero la felicidad que sentía de estar junto a mi papá era inmensa. Recibimos el año juntos, solo los dos, recuperando un poco del tiempo perdido en nuestras vidas. Cenamos mirando las luces de la noche parisina y se piantaron varias lagrimas en mi rostro cuando empezó a hablarme de sus sentimientos.

- Emi, quiero decirte un montón de cosas. - Me reí. - No sé por donde empezar. Buscarte fue lo mejor que hice en mi vida. Todo lo demás es tan chiquito para mí ahora que entendí que mi felicidad más grande sos vos. - Sonreí sin pensarlo. - Estoy tan orgulloso de lo que sos. Y me arrepiento tanto de todo, de no haber estado con vos para verte convertirte en la gran mujer que sos ahora. Estoy feliz de que estés aquí conmigo, recibiendo un año que nos encuentra juntos, como debería haber sido siempre. - Hizo una pausa porque las lágrimas también habían empezado a aparecer en su rostro. - Perdón por todo, de verdad, por separarnos culpa de mi ambición. Hoy entiendo que mi premio mayor sos vos y que no me importa nada más; siempre debería haber sido así pero cometí errores graves en mi vida y el más grave fue haberte dejado sola. Te amo, hija. Muchísimo. Y espero algún día me perdones y me aceptes.

- Te acepto, papá, con todo lo que nos pasó hoy estamos acá juntos. - Pronuncié entre lágrimas. - Yo no soy nadie para perdonarte, todos cometemos errores y lo entiendo. Y si estoy acá es porque te acepto con todo lo que sos y te amo sin importar nada. - Lo dije porque lo sentía. Porque ese hombre llorando frente a mí era mi papá y yo no podía cambiarlo. Y lo sentía así. No importaba que me hubiese jurado mil veces a mí misma que si algún día aparecía ese hombre al que nunca le había importado, lo odiaría y lo rechazaría siempre. Pero no fue así. Porque la vida no es así. El amor es más fuerte y más puro, mas incomprensible que cualquier otra cosa y por eso yo estaba ahí, llorando envuelta en los brazos de mi papá pensando en que todo podía ser mejor.

Después de aquel momento, tomé mi celular para saludar a mis seres queridos. Hablé con mamá, quien no podía ni hablar por la emoción que tenía y saludé a los demás familiares, quienes lloraban conmigo por todo lo que me estaba pasando, mandé mensajes a mis amigos, y luego vi el mensaje de Sebastián:

"Feliz 2017 a lo más lindo que me pasó en el año. Que la vida nos encuentre juntos, como ya lo estamos a pesar de la distancia. Que nunca dejes de ser vos, tan única y especial para mí. Gracias por haber estado siempre que te necesité y haber hecho de mi 2016 el mejor. Gracias por enamorarme todos los días, por tu sonrisa y por todo. Sos todo lo que necesito. Te amo mucho Emilia❤❤❤"

Le respondí por el mismo medio porque supuse que no podía hablar por teléfono. De todas maneras, habíamos hablado esa mañana vía webcam.

"De París, con amor, feliz año. Me hace muy feliz tenerte y saber que estás siempre bancandome en todo. Te amo y te agradezco mucho por haber estado en los momentos que más necesité de alguien. Me alegra que esa persona hayas sido vos. Te deseo el mayor de los éxitos siempre, que sigas cumpliendo todos tus sueños y objetivos porque te lo mereces. Ojalá que este año también nos encuentre juntos porque me haces mucho bien. Te adoro bombón ❤"

Sabía que la más agradecida por nuestra relación debía ser yo. Él era un pilar en mi vida y había llegado sin que me diera cuenta. Lo valoraba mucho y no sabía qué podía hacer por él para remunerarle aunque sea un poquito de todo lo que él había hecho por mí. A mi parecer, no estabamos en igualdad de condiciones y eso me molestaba, porque él se merecía mucho más de lo que yo podía darle.

El primer día del año, papá me llevó a almorzar a casa de unos amigos suyos. Allí conocí a Ivonne, la hija de un señor importante en París, que se acercó a mí apenas llegamos y no se despegó un segundo. Me gustaba porque así podría hacerme una amiga de mi edad que me llevara a conocer lugares a los que no podía ir sola con mi papá. Iba a estar en París durante 2 meses y también quería divertirme. A mi papá le gustó eso, porque ya empezaba a ver que su asistente se impacientaba por todas las reuniones pospuestas a causa de que no quería dejarme sola y, realmente, Marco tenía razón.

Después de año nuevo, empezamos los trámites legales y la prueba de ADN en todos aquellos momentos que mi papá tenía libres. Él se esforzaba por darme toda la atención posible pero estaba segura que era difícil llevar adelante su empresa y tener una hija. Por mi parte, no quería ser un estorbo para él. Entendía que era su trabajo y no me molestaban las horas sola, porque sabía que él estaba dando lo mejor de sí mismo. Además, Ivonne hacía muchos planes conmigo y me llevaba a todos los lugares a los que iba con sus amigos.

La prueba de ADN dio positivo, aunque eso ya no necesitaba confirmación, y habíamos empezado todos los trámites para el cambio de apellido. Desde ese momento mi nombre era: Emilia Agnelli Dilascio, cosa que a mi mamá no podía ponerla más feliz.

París me encantaba. Estaba fascinada con la comida, las luces y el amor. Se respiraba un aire diferente. Y así también lo era en todas los demás países que papá me hizo conocer. Me llevó a Italia, España e Inglaterra. Me fascinaba la arquitectura y él lo sabía porque me llevó a museos y lugares históricos. Y amé que se diera ese tiempo para estar conmigo.

Mientras tanto, Sebastián estaba en Orlando de pretemporada y nos comunicabamos vía webcam algunas veces a la semana, para no perder la costumbre. Ana no dejaba de llamarlo y yo ya estaba perdiendo la paciencia. No sabía cuanto iba a aguantar con eso. Odiaba no poder hacer nada para frenarla y odiaba estar tan lejos de él.

Té para tres || Sebastián DriussiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora