14. Oídos sordos

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Bajé a desayunar encontrandome a Marco sentado solo en la mesa.

- Buen día. - Lo saludé. Él bajó el diario que estaba leyendo y me miró como analizandome. Era muy lindo. Pero se comportaba como si fuese mayor.

- Buenos días, Emilia. - Me senté en la silla del frente. - Tu papá me dijo que te avisara que tenía temprano una reunión y que llega para el almuerzo. - Asentí.

- ¿Y vos no tenes que estar ahí?

- Me pidió que me quedara a acompañarte. - Sonreí aunque él no emitía mueca. Me costaba descifrarlo.

- No es necesario. Ya estoy ubicandome mejor en la ciudad.

- ¿A dónde queres ir hoy? - Me preguntó haciendo caso omiso a mis palabras.

- ¿Cuáles son las opciones?

- Depende de lo que quieras hacer.

- Te diría que trates de sorprenderme pero no creo que estés para chiquilinadas. - Él sonrió por primera vez en la mañana.

- ¿Cuántos años pensas que tengo?

- Tenes 25 y sos todo un señor. - Le dije en broma.

- Eso debería ofenderme. - Dijo tocándose el pecho. Volvió a sonreír. - Te puedo sorprender.

Marco hizo una llamada y poco tiempo después estuvimos en su auto dirigiendonos a quien sabe donde. En el camino, me sorprendí al verlo conversando conmigo con mucha confianza, como si hubiese dejado de ser el asistente personal, recto y alineado, de mi papá.

Estaba en la entrada de Disneyland Paris, mirando a Marco con sorpresa mientras él pagaba lo correspondiente para ambos. Estuvimos allí casi todo el día, sintiéndome una niña de nuevo y haciendo que él se divirtiera mucho viéndome. Volvimos a casa por la tarde, encontrándonos con papá con una mirada difícil de analizar.

- Gracias, Marco. La pasé muy bien. - Le dije antes de despedirme.

- De nada, Emilia. Un placer. - Respondió con cortesía para luego irse hacia la oficina de mi papá.

Esa misma tarde, después de darme una ducha, hablé con Sebastián.

- Hola, amor. - Me saludó a través de la pantalla. Estaba en una habitación de hotel, acostado en la cama. Se escuchó a un chico reírse y gritarle "pollera". - Callate, Pity. - Dijo riendo. Después el chico volvió a hablar y Seba lo miró asintiendo. - Te manda saludos.

- Un beso para él también. - Sonreí. -¿Cómo estás, Seba? - Le pregunté a mi novio.

- Muy bien, ¿y  vos?

- Bien. - Dije contenta. - Hoy estuve en Disney.

- ¿En serio? Yo también. - Me dijo riendo. - Estuve sacandome fotos con Mickey y posando en un descapotable. - Me reí.

- Ya estás para top model. - Él asintió sonriendo.

- ¿Fuiste con tu viejo? - Negué.

- Fui con Marco. Mi papá estaba ocupado hoy.

- ¿Marco? - Repitió incrédulo. - ¿Los dos solos? - Lo vi como empezaba a enfurecerse.

- Sí, al final resultó ser divertido.

- ¿Cuántos años tiene?

- 25.

- ¿Y la pasaste bien con él? - Me encogí de hombros.

- Sí, bien. No soy futbolista que se va de pretemporada a Disney así que conocer Eurodisney fue una experiencia buenísima. - Dije molestandolo. Él sonrió pero solo por compromiso. Miró hacia su costado y le susurró algo al Pity que no logré entender. Segundos después escuché la puerta cerrarse. - ¿Todo bien?

Té para tres || Sebastián DriussiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora