dos.

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Pero lo que me gusta incluso más es ver a un hombre adulto gritar. Siempre que cabalgo la dura polla de un hombre y lo tengo bajo mi, sollozando de placer, eso me hace sentir fuerte y poderosa. Como una diosa. 

Hace dos semanas, mis padres hablaron sobre enviarme a la Universidad del Pacífico . Con mis buenas notas y los créditos que había ganado, mi aceptación había sido un golpe letal. Mi mamá y papá asistieron a la escuela hace mucho cuando, conociéndose en primer año, y habían decidido que querían que siguiera sus pasos. 

No me importaba. Pero tenía un pequeño asunto sin terminar. 

Rodrigo Matsuda. Quería tenerlo antes de que me fuera a la universidad. 

Ya que Rodrigo siempre había ignorado mis insinuaciones, había decidido que soy la que iba a hacer el primer movimiento. Lo seduciría si tenía que hacerlo. 

Esta tarde, tenía la casa toda para mí. 

Mi papá y mamá estaban en un evento de caridad en el club. Termino con la limpieza de mi habitación y me refresco con una ducha, miro afuera de la ventana y reconozco el auto de Kenro aparcado en frente de nuestro garaje. Para mi suerte, el hombre de mis fantasías lascivas está aquí para regresar el corta césped de mi papá. 

En segundos, me pongo un top plomo sobre mi cabeza, sin sostén, bragas blancas, y completo mi outfit con una minifalda  celeste pastel. Un rápido cepillado de mi cabello y luego bajo las escaleras, apenas capaz de contener mi excitación, la anticipación elevándose, mi coño poniéndose pesado y doloroso con cada paso. 

Kenro lleva el corta césped hacia el garaje cuando me ve salir de la puerta de la cocina, dándome una mira antes de apartar sus ojos.

—Hola,_________. ¿Tu papá está en casa? 

Me paseo sin prisa, poniendo un balanceo extra en mis caderas. —No. Papá y mamá fueron con mi abuela. No regresarán hasta más tarde. 

—Oh, bien. Entonces solo pondré esto aquí. Dile a tu papá que lo limpié y cambié el aceite. Este cortacésped necesita mantenimiento. 

—Seguro. Um, Rodrigo  —Hago un puchero, mordisqueo mi labio inferior y juego con el borde de mi falda—. Me pregunto si podría darme una mano. 

Ahora me mira, esos ojos cafés oscuros parecen estar llenos de preocupación y un poco de algo más. —¿Cuáles el problema? 

—Hice algo estúpido con el fregadero de mi baño. No drenaba, así que usé una percha de alambre para tratar de limpiarlo. La maldita cosa se rompió por la mitad y no puedo usar el fregadero en absoluto. Papá me dijo que lo dejara en paz así él podría arreglarlo mañana. Pero estaba impaciente e hice la cosita más lenta —Enredo mis dedos juntos en frente de mí, lo que solo hace crecer más mi escote para que Rodrigo se lo comiera con los ojos—. Ahora la tubería de abajo está goteando. Pensé, quizás, ¿podía arreglarlo? Papá va a tener un ataque cuando averigüe que lo he empeorado. 

Su ceja se arquea una fracción. —Niños —murmura—. ¿Cuándo van a escuchar? —Asiente—. Solo agarraré una caja de herramientas de mi camioneta y veré qué puedo hacer. 

—Gracias, Rodrigo. Lo aprecio —Le doy mi sonrisa más grande y que parece inocente. 

—Seguro. No hay problema. 

Vuelvo a mi cuarto, con Rodrigo a remolque, y abro la puerta de mi habitación. Una rápida inclinación de mi cabeza y lo dirijo hacia mi guarida. —Mi baño está por aquí. 

Rodrigo me pasa y deja su caja de herramientas sobre el piso de baldosas, así puede examinar el fregadero.Mientras está distraído, me inclino contra la puerta, y muy lentamente aprieto el pequeño botón en el pomo para cerrarla y luego me apresuro a unirme a él en el baño. Agachado, abre el gabinete y mira en la oscuridad, sus cejas se juntan. 

—No veo nada goteando. —Su tono es acusador. 

Me inclino contra el marco de la puerta. —¿Seguro? Deber ser la otra tubería. 

KenroVlogs ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora