9.

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El tiempo se mueve y los días pasan sin indicio de Kenro deteniéndose en casa.Mamá lo invita para la usual cena de domingo, pero él declina, siempre diciendo que tiene diligencias.

No lo echo de menos. Sería lindo verlo una última vez antes de que empiece mi primer semestre en la Universidad del Pacifico . La noche antes de que me vaya a la universidad, me despierto en medio de la noche y encuentro a alguien en mi cama. Una mano cubre mi boca antes de que pueda gritar. Abriendo los ojos, no puedo ver nada en la negrura que me rodea. Mi corazón palpita, no puedo escuchar nada más que el latido en mis oídos.

—Shhh. Soy yo —susurra él.

Mi corazón da un latido. ¡Kenro! ¡En mi cama!

Gracias, hada del sexo.

Me muevo a tientas en la oscuridad y agarro su cara, aplastando mis labios sobre los suyos, besándolo con un hambre que no sabía que poseía, tomando todo lo que me había perdido. Gracias, joder, porque él me besa de vuelta. Nuestras lenguas se enredan, probando, saboreando hasta que quiero derretirme como mantequilla.

Nuestra respiración es acelerada cuando finalmente apartamos nuestros labios.

Acaricia mi mejilla. —Lo siento. No quería desaparecer de ti. Estaba confundido. Tu papá va a matarme si algunas averigua lo que sucedió... Pero no puedo sacarte de mi mente. Tenía que verte una vez más antes de que te fueras. Sentir tu coño alrededor de mi polla. Una vez, nena. Déjame tenerlo. —Su voz es tentadora, suave y seductora. Mi coño duele y se vuelve pesado con cada palabra susurrada.

Inhalo. —También estaba esperando verte antes de irme.

Kenro sonríe, frota sus labios sobre los míos, haciendo que mi corazón aletee como una mariposa. Con los ojos ahora acostumbrados a la oscuridad, miro alrededor de mi habitación. Mi puerta todavía está cerrada desde el interior. ¿Cómo entró?

Debe haber leído mi confusión. Su voz es baja, probablemente así no despertará a mis padres durmiendo en la habitación principal al final del pasillo. —Tu ventana está abierta.

Lo olvidé. Kenro es un comando especial, un hombre que es un maestro en entrar a hurtadillas en lugares prohibidos y peligrosos sin ser detectado.

Besa mi cuello, sus manos vagando por un momentos antes que se dé cuenta que estoy desnuda bajo mi manta. Me había masturbado con el Sr. Rosa antes de quedarme dormida.

—Dios —Su voz en un susurro ronco.

No dudo en tentarlo. —Quítate la ropa y únete a mí. La puerta está cerrada y mis padres tomaron valium antes de que fueran a la cama. No nos escucharán, incluso si hay un terremoto. Pero es mejor que no hagamos mucho ruido. Solo por si acaso —Acaricio su cuello, mis dientes mordisqueando el lóbulo de su oreja.

Kenro se levanta y se desviste, tirando toda su ropa negra y dejándola caer en la alfombra. Realmente había estado listo para este ataque a hurtadillas. Pronto, se desliza en mi cama conmigo, su cuerpo cálido y desnudo contra el mío. Sin ropa, nada que evite que acaricie su piel lisa. Adoro acariciar sus bíceps tonificados, sus abdominales. La polla gruesa y gorda de Kenro está dura y lista.

—¿Qué es esto? —Encontró al Sr. Rosa—. ¿Has sido una niñita mala?

No soy alguien que se avergüence por ser una zorra, pero siento que mis mejillas se sonrojan. —Estaba sola. Y caliente.

—Hmmm —Lleva al Sr. Rosa a su boca y lo lame—. Adoro el sabor de tu coño.

—¿Sí? —Me excito y me recuesto, abriendo mis piernas—. No me molestarían unas lamidas.

El gruñido de felino que amo sale de él. —Más amplio. Dame lo que quiero.

Un segundo después, Kenro se establece entre mis piernas, su lengua dando golpecitos y tentando, comiendo mi coño, como si yo fuera el placer más sabroso que alguna vez ha tenido. Araño las sábanas, agarrándolas, retorciéndome de placer.

KenroVlogs ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora