Los cinco colores ciegan el ojo.
Los cinco tonos ensordecen el oído.
Los cinco sabores empalagan el paladar.
Correr y cazar enloquecen la mente.
Los bienes exóticos tientan a los hombres hacia el mal.
Por tanto, el Sabio atiende al vientre, no al ojo.
Prefiere lo que hay en su interor, no lo de fuera.