El otro día antes de dormir pensé en que podría matarme con tal de que volvieses a la cama, a nuestra, pero. No me sentía tan limpio después de haber escupido en el retrete para deshacerme de tu embocadura.
He inmaculado nuestra historia, o quizá siempre ha sido sólo mía. Probablemente me la he sacado de la garganta, me he inventado un amor, te he creado porque he sido cobarde. Y qué importa ya, si tú no vas a leer esto, no sabrás que escupí y trague en el mismo plato. Probablemente te morirás pensando en que tu vida ha sido una mierda y nadie te ha querido. Y es cierto que tú nunca te has querido, aunque yo. No hace falta mencionarlo.
Muestro las marcas en mi nuca al invierno, y vuelvo a aquella carretera en la que te encontré la primera-enésima vez, acostada y desnuda. Esperando ser arrollada, y qué putada fue aquella vez.
Tan inocente yo, que corrí extasiado y te cubrí con mantas. Aún dibujo esa silueta que no pude salvar, porque me quedé fascinado observándote que no te moví, y bueno. Ahora no estás.
ESTÁS LEYENDO
Alaska II
PoetryTe has quebrado las uñas intentando salvarte, hiciste proclamaciones marchitas a tu independencia. Y ahora me quedo hablando de tu saliva, y del sonido de tus batallas. Y aún así, estos escritos no quedarán puros, porque no están versados a la maner...