Agarras una pequeña bola de nieve y le terminas de dar forma con tus manos. Lo colocas en la parte más arriba de tu obra y la admiras: tu muñequito de nieve ha quedado genial.
Sonríes por un momento pero luego observas a tu alrededor, y te das cuenta de que hay muchos más de ellos y más bonitos que el tuyo.
Tu sonrisa desaparece, y te dejas caer de rodillas al piso. Ves con tristeza a lo que hacía un momento era perfecto, y notas un detalle importante: a tu muñeco le hace falta su nariz de zanahoria.
Corres a tu casa a buscarla. Te tardas mucho por que no encuentras la zanahoria perfecta pero cuando por fin la tienes en tus manos, sales hacia donde estaba tu muñequito con aire triunfal. Pero todo se viene abajo.
El sol ya salió y lo que tanto tardaste en construir, se está derritiendo.
Intentas volver a hacerlo, a pesar de que sigue haciendo frío, los potentes rayos de sol actúan de forma dañina y pronto no quedará nada de tu muñequito.Sientes como tu corazón se encoge y te comparas con esa porción de nieve que con tanto esmero formaste.
En un momento te encuentras perfecta, feliz. Pero algo viene y te destruye, te derrite. Y pasas a formar parte de la nieve, que también deja de existir.