Carámbano de Hielo

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Los observas ahí, debajo del techo de tu casa. Cristalinos y brillantes, relucientes. El más grande sobresale al final de la fila y te encaminas hacia él, hasta quedar enfrente. Tocas la punta afilada e instantáneamente te cortas. Ves las pequeñas gotas de sangre que se resbalan por tu dedo índice hasta caer en la blanca nieve, creando un contraste de lo más peculiar.

Ahora miras de otra manera al carámbano, a pesar de ser hermoso, es un peligro. Lo vuelves a tocar pero en está ocasión en la parte de arriba, y lo helado reconforta a tu dolorido dedo; dejas tu mano ahí un momento, pero luego, el frío que desprende inicia a quemarte la mano.

No la quitas, tu piel pálida ahora es roja, aún así, aguantas el dolor y muerdes tus labios, reprimiendo un gemido, aún así no la apartas del carámbano, y es en ese momento donde te das cuenta, de que eres masoquista, te gusta sufrir.

O, ¿te gusta herir? ¿Sos el carámbano?
A pesar de tener una apariencia hermosa, terminas lastimando a todos, los alejas; y si alguno llega a acercarse más de lo debido, lo hieres, o lo cortas mucho, o lo quemas, o lo congelas...

En pocas palabras, eres incomprensible
Retiras tu mano y observas la herida de tu dedo: es más grande de lo que imaginas. Te sorprendes al ver, que algo tan delicado, es el causante de tal daño...

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2017 ⏰

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