C A P Í T U L O 8

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Tobías.

El chico que rondaba por mi apartamento susurrando música con su voz desafinada y quien había invadido en mi vida en todos los sentidos. Unas cuantas cosas de su pertenencia se hallaban esparcidas por la sala, como sus abrigos en el armario junto a los míos, su balón de fútbol americano todo viejo y su bola de béisbol llena de suciedad arrastrada por años , así como también su taza favorita color verde manzana en mi alacena o su enjuague bocal en el baño que me robaba todas las mañanas debido a que era lo suficientemente floja como para no ir al supermercado, y por último su olor. Su santo olor se respiraba por toda la casa opacando mi vainilla, ¿que acaso era yo o él exprimía su perfume como si fuese lysol en cada superficie de la casa para que cuando yo pasara lo aspirara y me calara hasta lo más profundo? Y eso sin mencionar su risa; esa carcajada limpia y serena que llenaba la estancia día a día, y se reproducía en mi mente de rato en rato, como esa canción pegada terriblemente en tu corteza cerebral;  su rostro lucía como si no tuviese preocupaciones, como si la vida fuera fácil. Lo enviaba, en serio.

Apenas su estancia constaba en siete días y ya el cambio en este lugar era casi radical. Como si él fuese un terremoto y yo una casa mal edificada. No estaba preparada para su venida en mi línea de existencia. La mudanza tuvo un poco de dificultades pero nada fuera de lo normal. Aunque debía ser sincera, parecíamos más una pareja de novios que de compañeros de universidad. El primer día una de las vecinas -las tan amadas chismosas- me cuestionó sobre cuanto tiempo de relación teníamos como para dar el gran paso de mudarnos juntos. ¿Qué acaso no tenía ella mejores cosas que hacer? Pero claro que la mandé al diablo con cortesía soltando un «No le incumbe, señora Petrova. Mejor vaya y vigile a su hijito, que la vez pasada me pareció verlo en la azotea fumando un porro» su primera reacción fue verme con escepticismo para luego regalarme una mirada de odio y azotar su puerta mientras hablaba entre dientes.

Desde ese primer día, no cuando se mudó, sino cuando le dije el sí a la mudanza, presentí que las cosas iban a cambiar su curso y aunque estuve tentada a arrepentirme, me contuve para no ser una cobarde. Luego de eso, los encuentros con Tobías fueron muy seguidos tanto dentro del edificio como fuera de éste. Era como si todo lo atrajese magnéticamente a mí. En la universidad lo descubría observándome de vez en cuando, y para cuando lo atrapaba, me obsequiaba una sonrisa despreocupada y un saludo de mano, por mi lado le correspondía el saludo con un movimiento de cabeza o alzando mi ceja. ¿Quién diría que estaría viviendo con Tobías? Es uno de los chicos más apetecidos en el campus, a veces me pongo a pensar en cómo pasó esto. Esta situación pareciera como si hubiera sido extraída de algún libro cliché, ahora solo me falta tener un trío amoroso muy tormentoso y ahí si la ficción se enredaría con la realidad. Vamos, Robert Chase, quiero que tú seas la tercera rueda. 

Holly me trajo de vuelta al presente cuando chasqueó los dedos frente a mis ojos. Lucía preocupada, como si le diera mucho temor el lío mental que me tenía en ese momento. ¿Qué será lo que mi cara reflejaba?

-¿Te encuentras bien? Te noto algo ida últimamente -a su lado, Ash le masajeaba el cuero cabelludo.

-Lo estoy -admití sin dudarlo. Ahuyenté una mosca que se quería acercar a mi vaso. 

-¿Es por Tobías? ¿Ha intentado propasarse o algo por el estilo? -El tono de voz de Ash es brusco.

Reí con brevedad negando a la vez con mi cabeza. Los celos de amigos pueden ser muy peligrosos. Lo sabía con mucha experiencia. 

-No, no -aseguré, plantando mis manos en la mesa de la cafetería de la universidad-, él ha sido un chico "bueno", por así decirlo. Lo que pasa es que tengo que regresar a casa, Big mama cumplirá años dentro de 15 días y por lo que sé, le harán una gran fiesta. No todos los días se cumplen 38 años ¿no? -respondí, fingiendo buen humor. Dios, perdona mi hipocresía. Mi cinismo. Mi falta de anhelo de ver a mi madre. 

Huyendo de algo llamado "amor" [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora