22 de Enero
– ¡Sunggyu! ¡Sunggyu, por favor! ¡SUNGGYU!
La voz desesperada de Amanda sonó desde la entrada. Aquellos seres trataban de entrar a golpes, buscando lo que les alimentaba; carne humana. Ella, casi en sus nueve meses de embarazo, sujetaba con firmeza la puerta, la cual se sostenía vagamente, cada vez peor en cada intento.
Me apresuré a ayudarla mientras que con la mirada buscaba la manera de atrancar el acceso. Necesitábamos algo o estaríamos perdidos en unos pocos minutos. Mi vista se posó en el mueble del recibidor.
– Cariño, escúchame, tenemos que mover eso hasta aquí, ¿me oyes? Tenemos que ser rápidos o ellos serán los que terminen con nosotros. Sé que estás embarazada per... –Un brusco golpe interrumpió mis órdenes, sin embargo Amanda ya se había dispuesto a trasladar aquel pesado artículo.
Respiré hondo.
Uno. Dos. Tres.
Y tras coger aire y soltar la puerta, recé por el tiempo necesario para poder librar nuestros cuellos de esas fauces hambrientas.
Recuerdo verla con el sudor cayéndole por la frente a medida que arrastrábamos la cómoda, y aún a pesar de ello no se quejó. No lloró en ningún momento ni maldijo al mundo que había destrozado el futuro de nuestros pequeños. Su rostro cansado semejaba haber envejecido un par de años bajo las ojeras de noches en vela y una alimentación pobre a falta de electricidad. La nevera no podía mantener los productos y la cocina no funcionaba. El agua se había ido dos días atrás. Solo nos quedaban unos litros potables. Y todo a unas pocas semanas de dar a luz. Pronto tendríamos que salir a por alimento, pero cómo. Cómo.
Oí un jadeo exhausto escapar de sus labios cuando logramos atrancar la puerta. Agarré su mano sin pensarlo demasiado y la llevé escaleras arriba, tratando de buscar un lugar seguro sabiendo que en realidad eso ya no era posible. Me aventuré a entrar en el cuarto de invitados, quizás por ser el más próximo o el que menos a humanidad podía llegar a oler. Moví a duras penas el tocador para realizar la misma acción que en la entrada. Sabía que la cómoda no impediría el paso de aquella oleada de cadáveres andantes pero nos daría tiempo.
Tiempo para escapar, tiempo para buscar una solución o tal vez tiempo para estar juntos una última vez.
Sacudí la cabeza para desechar la última idea que se había pasado por mi pensamiento.
No.
Me negaba a que eso fuese cierto. Me negaba a que eso pasase.
– ¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo?
– ¿Qué vamos a hacer? –Sus ojos brillaban cuando posó su vista cansada sobre mí, casi murmurando aquellas palabras como con miedo a ser descubierta.
Abrí la boca. No lo sabía. No sabía qué hacer, ni adónde ir, ni cómo salvarla. Y eso era lo que más dolía. La impotencia.
– Vamos a salir de aquí y vamos a buscar otro lugar, ¿sí? –Dije de pronto, intentando restarle importancia a la situación sin demasiado éxito.– No pasa nada, todo irá bien...
Sabía que ella era consciente de la inseguridad de mis palabras. A pesar de ello tan solo se levantó de aquella fría cama, tomó mi mano y caminó hasta la puerta de la pequeña terraza.
– En cuanto entren, saltaremos.
Mis ojos se abrieron de golpe y negué lo más deprisa que me fue posible.
– ¿¡Estás loca!? ¡Estás embarazada!
Ella apretó sus labios y, sin añadir palabra, abrió la puerta del balcón.
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3-. 49 days. (Sunggyu y Amanda).
Fanfic/ TERCERA PARTE / [La primera parte es Woohyun, y la segunda es Dongwoo; las podeis encontrar en mi perfil] Nadie recuerda cómo empezó. Ni dónde. Los días se cuentan en una libreta, pero qué importa ya el tiempo. Ahora solo importa correr y matar. N...