5. La ciudad de los dirigibles.

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Dedicado a G3nesisR3beca7CT10 y a ninjaverde5 porque me pidieron la siguiente parte. Se las debía desde hace mucho, disculpen, tenía bloqueo de escritora.

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Kai's POV.


—Ésta es la idea más ridícula que he escuchado en toda mi vida... —masculle, mientras nos escondíamos al lado del camino.


—Cállate y ve por la ropa —me regañó mi hermana, a un lado mío.


Lancé un bufido.

Esperé pacientemente a que un grupo de viajeros pasaran. Corrí rápidamente y tomé toda la ropa que pude.

Nos vestimos rápidamente. Una vez que parecíamos colonos del reino tierra avanzamos por el sendero de grava sin ningún problema. Pero cuando el camino terminó quedé enmudecido. Sabía que era una mala idea. El niño aire nos había llevado a la ciudad de Hikōsen.

—Ésto no puede ser posible... —murmuré— ¿¡Ésta es tu idea de un transporte!?

—Vamos, será divertido —aseguró el rubio—. Siempre he querido viajar en dirigible y....

—Y si nos sorprenden estamos fritos.

Lloyd rodó los ojos y se adentró en la ciudad. Miré a mi hermana, esperando contar con su apoyo, pero simplemente caminó detrás de Lloyd.
No tuve más opción que seguirlos.

Hikōsen era monumental. Una ciudad rodeada por montañas. Casi siempre estaba cubierta por una ligera neblina que refrescaba el ambiente. Era la primera vez que salía de mi aldea natal, por lo que cada cosa que veía me llamaba la atención. La gente, la comida, la música...

Después de que el Avatar Aang dejara éste mundo, el señor del fuego Zukko había intentado restaurar la República y volver a unir a las naciones. Sin embargo, aun no se veían muchos cambios. Muchas naciones se negaban a cooperar con la idea de que jamás confiarían en la Nación del Fuego otra vez, y muchas otras aún seguían bajo la opresión de ésta. En cambio, unas pocas, como Hikōsen, eran ejemplo de que la paz podía ser restaurada. Aquí había personas de todas las naciones, excepto aire. Los nómadas aire habían sido exterminados hace años. Ahora, sólo quedaban dos: Lloyd y el hijo de Aang.

Entramos a una curiosa tienda. Cuando Lloyd abrió la puerta una extraña campanilla tintineo. No me agradó el lugar cuando lo vi. Había extraños cacharros por doquier, que fácilmente se harían pasar por basura.

Una reacia vitrina exhibía relojes de sol  viejos y descompuestos, entre otras cosas inservibles. Una mujer ya de edad nos miraba encantada desde el mostrador. Tenía el pelo castaño recogido en un moño y unas gafas se sostenían sobre su pequeña nariz.

—¿Puedo ayudarlos en algo? —nos preguntó, con una sonrisa. Nos recorrió con la mirada y, sin esperar nuestra respuesta, continúo hablando—. Veo que no son de por aquí. Deben ser de las colonias del sur. Rara vez entran a nuestra tienda colonos del reino tierra, y mucho menos jovencitos tan adorables.

Intenté abrir la boca para protestar, pero su grito me lo impidió.

—¡ED! Unos chicos vinieron a ver tus inventos.

Un hombre con pelo canoso salió de detrás de un estante. Vestía un mandil verde con manchas de grasa y aceite.

»—¿A dónde diablos nos vino a meter éste niño...«

—Oh, ¿De verdad, Edna? —preguntó el hombre con una voz amable.

—No, en realidad... —interfirió Lloyd—. Queremos rentar un dirigible.

La pareja se miró entre ellos.

—¡Ooooh! Pero claro —exclamó Edna—. Mi hijo Jay será su piloto, pero debo advertirles, es un tanto distraído.... oj-jo-jo-jo-jo, ¡Lo olvidé! Le prometí que dejaría de avergonzarlo con los clientes.

—Psst —llamé a Lloyd y Nya en voz baja—. Aún no es tarde para salir de aquí....

El sonido de la puerta abriéndose me sobresaltó. Un chico pelirrojo de mi edad, vestido con un abrigo azul marino y con unos lentes de aviador sobre sus ojos azul cobalto estaba de pie sobre el umbral de la puerta, con una expresión de enojo.

—¡Mamá! ¡Papá! ¿Recuerdan ésa platica que tuvimos? —gruñó, al parecer indiferente ante nuestra presencia.

—¡Por supuesto, hijo! —exclamó Ed—. ¿Te refieres a aquella en donde nos dijiste "deben dejar de avergonzarme, arruinan mi estilo con las chicas"?

Me di una palmada en la frente y me puse a buscar posibles rutas de escape.

—¡Exacto! —el pelirrojo caminó a un lado de donde estábamos, pero se detuvo al ver a Nya—... y por cierto, aquí hay una muy linda.

La sangre me hirvió. Tomé a mi hermana de la muñeca y me encaminé hacía la puerta.

—Muy bien, ya fue suficiente. Niño aire, nos vamos.

—Pero... éste es el lugar más barato —me dijo, sin moverse de su lugar—. Si no rentamos el dirigible jamás llegaremos a tiempo.

—Kai... —me llamó Nya—. Es cierto.

Cerré los ojos intentando pensar en algo rápido.

—Bien... —farfulle—. Éste va a ser un largo viaje....










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Hikōsen significa "dirigible" en japonés.

Avatar/Ninjago: La leyenda de Lloyd ||CANCELADA||Where stories live. Discover now