-Hoy es nuestra noche libre por fin remarcó Vera mirando su móvil por última vez antes de guardarlo en la taquilla.
-Llevo soñando con ella desde hace casi una semana, pensaba que no llegaba nunca, además, por fin hoy es la fiesta de las fiestas, la fiesta de Playa Azul-dijo Katrina moviendo las manos exageradamente.
-Dices eso de cada fiesta a la que vas-le reprendí de broma a lo que Vera también rió.
Ella puso morritos y me dio la espalda para hablar con Vera. -Podremos bañarnos de noche y ligar con los turistas universitarios, buenorros y jovencísimos que han venido de vacaciones de fin de curso, ¿acaso eso no os convence?-preguntó sonriente.
-Yo supongo que pasaré la noche con Adam-respondí divertida.
-¡Noo Gretaaa! ya pasaste la anterior noche libre con el-se quejó Vera poniendo un puchero
-Y la anterior-picó Katrina atándose su pelo en su famosa y larga trenza.
-Ven con nosotras a la fiesta, a Adam lo tienes cuando quieras, ayer os vi entrar en tu cuarto a escondidas-dijo pícaramente la rubia.
Abrí los ojos exageradamente y de inmediato las tres nos echamos a reír a carcajadas.
-¡Bruja!-grité abalanzándome encima suyo y de Kat que reían sin parar.
-¿Entonces vienes o no?-preguntaron completándose la frase la una a la otra.
-Voy con vosotras-sentencié. Ellas estallaron en aplausos y vitores pero de pronto nos vimos interrumpidas por un par de porrazos en la puerta.
-Greta, el señor Thomas quiere veros en su despacho ahora mismo-grito seriamente la antipática secretaria en medio de los vestuarios. Dicho esto se marchó dejándonos a mí y a mis dos amigas paradas allí mismo.
Vera y Katrina me miraron sin entender pero aun así, cerramos nuestras taquillas y nos dirigimos intrigadas mientras charlábamos sobre qué problema tenia Asun la secretaria con nosotras.
-Esta lo que necesita es un buen meneo-gritó Katrina en medio del pasillo.
-Quizás quiera venir a la fiesta con nosotras a ver si encuentra a alguien que la anime un poco-añadió Vera inocentemente.
-A veces eres tan niña-reprochó Kat y ahí empezó una discusión que solo terminó una vez estuvimos delante de la puerta del despacho del director.
Mientras tanto mi mente se mantenía en otros asuntos, recordaba la noche anterior y al tío moreno y cachas que había dormido a mi lado después de acompañarme a casa y ocuparse de asuntos más calientes en mi cama.
Ardía en deseos de volver a verlo. Era una de las cosas buenas aunque fueran pocas, que había tenido mi decisión por cambiar la tierra que me vio nacer por aquella maravillosa isla caribeña.
Recuerdo cuando supe de ella, estaba terminando la carrera, era una adulta-adolescente tonta con ansias de viajar y volar y darme yo sola las ostias de mi vida en los aterrizajes, así que ese verano, con el dinero ahorrado de muchos años, cogí un avión y aterricé en Isla de la Juventud.
Mi madre puso el grito en el cielo solo los primeros meses, cuando Jordan su encantador y multimillonario tercer marido inglés le pidió matrimonio, se olvidó de mí y se centró en la preparación de una boda a dos años a la que yo tenía por claro no asistir.
Uno o dos días más tarde de mi llegada a la isla conocí a dos jovencitas complementarias entre sí como agua y aceite pero con ese tipo de amistad solida e inquebrantable que todo el mundo ansía tener. Más tarde empecé a trabajar en el mismo hotel de lujo que ellas y 1 año y 10 meses después allí estábamos las tres, dándolo todo las unas por las otras, en nuestro trabajo y en cada fiesta a la que asistíamos.
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Contra todo pronóstico
RomansDinero, mujeres, casas, coches de lujo, vacaciones en el Caribe...Ellos lo tienen todo, todo lo que alguien pueda desear pero les falta algo, algo que tres asistentas de hotel pueden aportarles. Amistad inquebrantable, diversión y amor. Pero no es...