Capítulo 7

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El ambiente había comenzado a calentarse demasiado.

–Lou, ¿tienes...?  -mencionó el rizado algo preocupado mientras buscaba algún condón por la habitación.
–No, solo ven.
–Bien, ¿no importa?
–¡No! Solo avanza.

El rizado rió ante el comentario y caminó hasta la cama en donde se encontraba un desesperado chico.

Prendió el radio, en ese momento comenzó a sonar "I Don't Wanna Live Forever"

–¿Y no que no querías?
–Calla y dame atención -hizo un puchero- ya llegaste hasta aquí y no me voy a rendir.

El ojiverde rió y se relamió los labios al ver a su próxima presa. Rápidamente llevó sus manos a las mejillas del trasero del castaño y las apretó.

–Vamos chiquito. Sé mi pintor.

Lo necesitaba, más de lo que podía admitir. Ambos estaban muy excitados.

"Baby, baby, I feel crazy
Up all night, all night and every day
Give me somethin', oh, but you say nothin'
What is happenin' to me?"

Éste comenzó a besar al castaño para luego ir bajando, a la vez marcando lo que es suyo dejando chupetones por toda la piel, los dedos de sus pies se crisparon.

–"I just wanna keep callin' your name..." -cantó el ojiceleste, el rizado no pudo evitar sonreír.

El castaño rápidamente llegó hasta el miembro del ojiverde y empezó a masturbarlo, ganándose algunos gemidos de parte de éste.

–¿Quieres que sea una perra? Tendrás a tu perra.
–Maldición, Lou.

Éste se posicionó en cuatro, algo que calentó mucho más al rizado.

–Lo haces a propósito mal nacido, te enseñaré modales.

El ojiverde se arrodilló detrás del castaño, le untó lubricante en su entrada, listo para el primer dedo. Ya éste dentro comenzó a moverlo hacia distintas direcciones, luego de, metió el segundo dedo mientras el castaño tenía la cara hundida en la almohada.

–Vamos, bebé.

Metió el tercer dedo cuando supo que era tiempo, moviéndolos de un lado a otro lentamente para luego acelerar la velocidad de éstos.

–Y-ya, metela.

Su pene comenzó a gotear aquel transparente y viscoso líquido preseminal.

Dicho esto, el ojiverde sacó los dedos y rozó su gran e hinchado miembro sobre la entrada del ojiceleste, ganándose fuertes gemidos de éste.

–Aquí vamos. -dijo relamiéndose los labios.

Se adentró sobre el castaño y comenzó a moverse suavemente en lo que éste se acostumbraba. Dolía, pero poco a poco el placer sustituyó el dolor.

El rizado comenzó a dar una primera embestida.

Al poco tiempo, llegaron a duras y toscas acometidas del ojiverde, penetrándolo en un vaivén profundo.

Lo único que se escuchaba en la habitación eran los gemidos de placer del castaño y los choques de las caderas del otro contra los glúteos de éste, claro, siendo cubridos por la música.

"Sé mi pintor." [LS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora