Tercera Parte

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3

La luna se ha ocultado de nuevo. No recuerdo la última vez que dormí, atormentado por las pesadillas el sueño se convirtió en mi peor verdugo en estas horas oscuras. Ahora, con el inexorable correr del tiempo, los recuerdos vienen a mi como latigazos en mi alma.

El primer recuerdo en llegar es de un tiempo tan lejano que parece mentira, pero, en lo más profundo de mi roto ser sé que esa noche, en una cantina oscura, empezó todo. En ese lugar fue donde nací como el héroe que aclamaron y también en ese lugar nació la sombra que aniquilo todo.

Yo me encontraba destrozado esa noche, los motivos son irrelevantes para esta historia. Copa tras copa aniquilaba mi conciencia. Hasta que entro aquel hombre como un torrente, su magnetismo era tal que no tarde en acercarme a su lado.

Me contó que el mundo estaba loco y que el cielo fue comprado. Me hablo del infinito y de la oscuridad presente en la existencia. Yo, embriagado por sus palabras, fui cayendo como hipnotizado en su discurso.

Sabía que mentía en cada palabra, pero, mi rota alma necesitaba razones y el hombre de negro no paraba de dárselas. Bebimos hasta el alba; me hizo promesas de poder y gloria, de conquistas y de triunfos, pero más que nada, prometió que cambiaríamos el destino.

Al final de la noche, el hombre de negro dijo algo que quedó grabado en lo más profundo de mi mente: "Vivimos en un mundo lleno de codicia y de hambre; llenamos nuestros bolsillos de trozos de papel cubiertos de mentiras. Muchos sueñan con anarquía mientras hacen todo lo posible por alimentar al sistema. La maquina controla nuestros destinos. Yo, mi amigo, prometo que escribiremos poemas sobre esos trozos de papel. Crearemos sueños anárquicos, haremos banquetes codiciosos, y, más allá de todo esto, remplazaremos a la maquina con nuestras propias tuercas y nuestro propio poder."

Mientras yo me encontraba embriagado de esas palabras, el sol comenzaba su lento acenso. Los obreros salían a un día más, dispuestos a alimentar a la maquina hasta que quedara satisfecha y extasiada.

Escucho gritos de nuevo. Esta mañana regresarán los hombres de las batas, mi tiempo está condenado. Sé que antes de ejecutarme destruirán poco a poco mi escaza cordura; me llenarán de cortes y de azotes. Dirán discursos repletos de palabras vacías, justificando sus actos diciendo que el hombre de negro sabría que esto es lo correcto. Gritaré hasta que mi garganta se desgarre y en este lugar, repleto de locura, creerán que son gritos de gloria; ignorando que en realidad son gritos de furia, provenientes de las entrañas más profundas de la sombra.

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