Sexta Parte

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6

Las sombras de los recuerdos me envuelven. Ahora comprendo que solo fui un esclavo del hombre de negro. Nunca fui el héroe que decían que fui, jamás cometí ningún acto heroico, las páginas que cubren las paredes se encuentran repletas de fatalidades y mentiras.

Los años que pase a lado del hombre de negro están repletos de horror. Mientras el me incitaba a luchar, a salvar almas de personas huecas, no paraba de correr sangre por mis nudillos; no paraba de escuchar ecos de gritos desesperados, de abominaciones rugiendo mi nombre. Sabía que en esa locura no hallaría ninguna grandeza, pero, aun así, ese hombre no paraba de repetirme que yo era ese gran héroe. Los medios decían grandes cosas sobre mis proezas, mientras la sensación de desolación invadía mi conciencia en cada mentira, alimentando a la sombra, dándole un poder inmensurable.

Con cada inyección me sentía más y más hambriento de poder. En cada golpe que di, durante mis años de grandeza, escuchaba cada vez más y más fuerte las risas de la sombra, burlándose de mí, condenándome a las salas de la locura.

Entonces llego el gran momento. Lo llamaron el día más brillante, pero, solo yo sé que en realidad fue la noche más oscura. Recuerdo a la sombra consumiendo a el hombre de negro, alimentándose de sus entrañas, despedazándolo. Entre los aplausos y las alabanzas se escuchaban sus gritos rogándome que parara. Mi cara se macho de roja sangre y mi alma se alimentó por horas de aquella vida, que me ofreció la sombra.

La mañana siguiente, mientras ocultaba en un oscuro pozo, descubrí que esas inyecciones de poder se habían ido para siempre con el hombre de negro, desvanecidas en el aire.

La sombra postrada a mi lado me ínsito a huir de los verdaderos justicieros que pronto darían conmigo; me mostró que una vez en su poder se sentarían en aquellas salas y me condenaría a destinos innombrables, que olvidarían mi nombre, mientras otro hombre ocupaba mi lugar.

La profecía se cumplió al pie de la letra, esos hombres callaron mi voz y la sombra que juro defenderme, en un oscuro pozo, condenó mis palabras ante mis verdugos. Me abandono a mi suerte, dejando que me postraran en el vacío infinito de la locura.

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