4. Calma

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V se frotó ambas manos para entrar en calor. La luna brillaba en lo alto, pero apenas se veían algunas estrellas solitarias. A él le gustaba su casa en el campo a las afueras de la ciudad, donde podían verse aquellos astros brillantes en todo su esplendor, embelleciendo el cielo nocturno.

Pero hacía tiempo que se había marchado de allí. No podía regresar. Lo que había hecho era imperdonable y prefería no acercarse por más que quisiera. A veces los recuerdos son igual o más dolorosos que las heridas físicas. Los fantasmas del pasado eran los peores. Heridas abiertas que nunca se cerraban.

Observó a la gente pasar. Muchos eran adolescentes que iban a alguna fiesta, pero todavía quedaban algunos trabajadores que se dirigían a sus hogares luego de una larga jornada. Se preguntó cuantos de ellos tenían familias, cuántos de ellos vivían felices, contentos con lo que la vida les había dado. Deseaba ser uno de ellos. Notó que había crispado los puños debido al dolor proporcionado por sus uñas al rasgar la piel de sus propias palmas. Su espíritu destructivo se había despertado. A veces extrañaba a aquel que había sido, aquel al que la gente consideraba extraño pero alegre, al que no le importaba lo que pensaran de el ni se preocupaba tanto por ningún motivo. Lo quería devuelta, pero ya era tarde. Los momentos en los que se sentía más capaz de recuperarse a si mismo eran aquellos en los que estaba con JungKook.

Sonó su teléfono. V se paró a pensar que quizás lo había invocado vía celular pero cuando leyó la pantalla supo que era otro individuo. Se forzó a atender.
—Hola. — V se mantuvo expectante para escuchar la otra voz, aunque intuía lo que iba a decir.
—¿Hoy vienes con el pack completo o eres tú solo?
—Depende, ¿es lo mismo de siempre?
—Un pajarito me comentó que hoy va a aparecer un niño rico por esta zona. Algo me dice que hoy vamos a tener rondas extras de tragos. Y quizás algo más. Mas vale que vengas.— Escuchó una risa al otro lado de la línea. V mismo se permitió sonreir por el dato. Notó que lo poco que quedaba del niño que había sido en su interior se manifestó, decepcionado.
—Voy a consultarlo con JungKook, pero estoy seguro de que voy a ir.
—Me lo imaginé. Anda, consúltalo con tu novio, no vaya a ser cosa que te quedes sin poder acostarte con el.
V suspiró de forma audible.
—Sabes que nuestra relación no es de ese tipo.
—Lo se porque me lo has dicho mil veces. Si no lo hubieras hecho creería que ambos son un par de maricas. — Su voz tenia un dejo de sarcasmo. Hizo una pausa y V aprovechó para cambiar de tema.
—¿A qué hora nos juntamos?
—A las cuatro, puto. Trae a tu novia.
Y colgó.

V se quedó mirando la pantalla del teléfono. Faltaban dos horas. Comenzó a impacientarse. Quería que JungKook apareciera para hablar sobre el asunto. No quería que fuera. Él era un buen chico, no tenía porqué involucrarse en cosas como robar a otros a mano armada. Prefería que regresara a su casa a salvo. Él, por el contrario, estaba obligado a hacerlo. Le gustaría decir que era porque si no se reunía con ellos iban a matarlo o a hacerle daño a su familia pero la verdad era que era él mismo el único que se forzaba a participar de aquellos actos amorales. No merecía llevar una vida normal, como la de aquellas personas que había visto pasar. No merecía el perdón. Sólo cuando estaba con JungKook se permitía ser feliz. Sin embargo, consideraba que una persona como el sólamente debía vivir desapercibido para la sociedad y morir, como lo hacían decenas por día en las calles. Se preguntó si la gente notaba que habían demasiadas cosas en las calles que escapaban a su vista. La noche las transformaba en otro mundo, al que el pertenecía. Pero JungKook no.

Por eso, cuando lo vió llegar a lo lejos, decidió convencerlo de no participar. No podía mentirle, ya que el quería ir a ese lugar y JungKook ya había notado su presencia. Tenía que lograrlo.

JungKook se acercó a el. Qué lindo se veía, como siempre. Sacudió la cabeza. No era el momento. Tenía que preocuparse por su seguridad y no por lo linda que le quedaba la ropa, o como la luna iluminaba sus cabellos.

Pero a veces el corazón no te hace caso.

Maldita sea esa cosa.

—Hola conejito. — Le dedicó una sonrisa que sintió terriblemente falsa, pero JungKook no dió muestras de notarlo. Más bien le dedicó una mirada fulminante por haber utilizado ese apodo. Pero no protestó.
—¿Hoy vamos a robar alcohol? — V se preguntó si JungKook ya era así antes de conocerlo o era él quien lo había transformado. Si la respuesta era la última, se convertía en otra razón que resaltaba su miserabilidad. Lo había corrompido.
—No. Tú te regresas a tu casa. — Le puso un dedo en los labios antes de que pudiera protestar — Déjame terminar. Me llamó Hyun para reunirme con su banda. Vamos a robarle a alguien y posiblemente lo golpearemos. No quiero que me acompañes, es peligroso.
—Si tu vas, yo también. Quiero divertirme contigo, no importa como.
—No te voy a dejar. — Sabía que se estaba comportando demasiado serio y controlador pero no quería que su mejor amigo cayera tan bajo como el.
—No eres mi madre. Puedo hacer lo que se me de la puta gana si yo quiero. ¿Crees que no se la diferencia entre robar algo de una tienda y a una persona directamente? Te estás equivocando, TaeHyung.
—¡No quiero ponerte en peligro, maldición! Te quiero bien y feliz, mostrando tu linda sonrisa y no con una gran carga de culpa a tus espaldas. — Se trató de calmar — Te quiero mucho, maldito pendejo. Eres mi único y gran amigo, ¿no lo entiendes?

Ambos quedaron en silencio. V pensó que lo había convencido, pero JungKook abrió su linda boca.
—Quiero ir. Prometo mantenerme lejos, pero al menos déjame acompañarte.
V lo vió hacer un puchero. Qué manipulador era el idiota, y qué debil lo dejaba.
Al final aceptó y ambos fueron a la plaza a matar el tiempo.

V se hallaba sentado en un banco y JungKook estaba acostado con la cabeza apoyada en sus piernas. Estaban en silencio. No era necesario hablar entre ellos, mirando la luna recortada en el cielo ambos sentían que podían leer los pensamientos del otro. V se sentía conectado al chico que miraba hacia el cielo, reposado en el banco con las manos entrelazadas en su abdómen. Decidió llevar su mano, que descansaba a un costado, hacia la cabeza de su amigo. Acarició su cabello, primero con temor, pero se tranquilizó al ver que JungKook sonreía. Se quedaron así, sin decir nada pero a sabiendas de que los sentimientos del otro eran correspondidos. Notó que su amigo lo observaba.
—¿Qué?
—Te ves muy tierno cuando haces esa cara.
—¿Cuál?
—Frunces el ceño y haces un puchero raro.
V se preguntó cuanto tiempo lo llevaba observando JungKook como para notar eso.
Sintió sus mejillas arder.
Para desembarazarse de la situación antes de cometer un error estúpido decidió ver la hora.

03:59

—Maldición, queda un minuto. Nos distrajimos demasiado.
—Pero la paso bien contigo de esta forma V.
—Lo se conejito, a mi también me gusta. Pero ahora tendremos que correr.

Eso hicieron.

Ambos se dirigieron a la "zona", un callejón que daba a la parte trasera de un anteo en el que se encontraría su víctima.
Llegaron dos minutos tarde, pero Hyun no se mostró enojado al verlos. V saludó a X con seriedad, aunque por dentro se reía porque recordaba la vez que JungKook le dijo que V era el único que podía llevar un apodo de una letra sin parecer un idiota o un extra de una película barata basada en una pobre parodia de la mafia. Chocó palmas con Shin y tomó la botella que este le ofreció.
—Así que viniste a acompañar a tu novia, ¿eh? — Hyun tenía los brazos alrededor de JungKook de una forma que parecía ser tranquila pero los sentidos de V gritaban lo contrario. Decidió interrumpir.
—¿Cuándo aparece el chico al que vamos a robar?
—Ya está dentro del lugar, pero tenemos un problema. Nos puedes ayudar.

Shin procedió a explicar haciendo gala de su excelente vocabulario:
—Te la resumo. No sabemos como mierda traer al pendejo rico hasta aquí sin joderla.
—¿Y qué tengo que ver yo?
—Hyun dijo que eres bueno actuando. Podrías fingir que pasó algo y engañarlo. Listo, simple.

Oyó a X gruñir. Le compartieron toda la información que tenían del chico y trazaron un plan.
—Listo, denme cinco minutos y lo tienen aquí. Estén preparados.

JungKook se lo quedó mirando. V respondió guiñándole el ojo. Nunca le había contado que había actuado un par de veces para ganar dinero. Había cosas que no sabían el uno del otro.
V salió del callejón y se introdujo en el lugar.

Manos a la obra.

Dueños de la noche [VKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora