Una inocente caricia.

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N/A: ¡hola otra vez! si me lo permitís me gustaría comenzar dando gracias por todo el apoyo y los comentarios que me habéis regalado en los capítulos anteriores, sé que ya lo he dicho anteriormente pero de verdad que aprecio mucho esos detalles <3
También quiero aprovechar para decir que a partir de este capítulo haré uso de la cursiva para marcar cuando un personaje está hablando en español (no se me ocurre una mejor forma de hacerlo >.<')
Dicho esto... espero que disfrutéis del capítulo y que yo encuentre el tiempo para no haceros esperar mucho por los siguientes (?)
Gracias una vez más a todos~


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El vuelo desde Helsinki hasta la capital española era de más de cuatro horas pero dado que estaba acostumbrado a volar y además iba acompañado no se hizo para nada pesado. De hecho Javier se empeñó en que repasáramos el poco Español que sabía e intentara aprender algunas palabras útiles, cosa que acabó resultando más divertida de lo que esperaba; quizá por la expresión que ponía expectante de mis respuestas cada vez que intentaba enseñarme algo, por como se reía y tapaba su rostro cada vez que me equivocaba o por como le escuchaba decir: "no pongas esa cara estaremos allí en apenas unas horas..." por cada uno de aquellos impronunciables términos que me hacía repetir y memorizar. Los cuales debo admitir que apenas recuerdo pese a que acabamos de llegar.


Le seguía con mis maletas mientras abandonábamos el aeropuerto, como parecía concentrado en lo que hacía simplemente me dejé llevar hasta que subimos a un taxi.

-¿A donde vamos ahora?- pregunté una vez dentro del vehículo.

-A dejar las maletas, deberíamos llegar en unos 20 minutos, después de eso ya pensaremos que hacer según lo cansados que estemos-

Sonaba de lo más lógico así que sin queja alguna comencé a mirar a través de la ventanilla, el paisaje era distinto del de la última vez que había estado en España, cosa lógica dado que nos encontrábamos en otra ciudad... pero de todos modos no pude evitar relacionarlo.


Tal y como mi guía y compañero había dicho el trayecto terminó rápido y llegamos a nuestro destino, el cual contemplé extrañado mientras el taxi que nos había llevado hasta allí comenzaba a alejarse. Estuve a punto de preguntarle si estaba seguro de no habernos equivocado de lugar, y es que era normal que lo dudase, estábamos en medio de un barrio residencial. Pero todas mis sospechas fueron borradas tan pronto como escuché a Javier romper el silencio.

-Tadaima, he vuelto a casa -

-¿Donde vamos a hospedarnos?- dije tras haberse disipado mi anterior duda pero se me planteaba una totalmente nueva.

-En mi casa- comentó tranquilamente mientras cruzaba la calle -nos están esperando-

Fruncí el ceño, hay muchas cosas que quería reprocharle/ preguntarle en aquel momento pero que simplemente no sabía bien como hacerlo.

-¿Por que no me lo dijiste antes?-

-Tampoco preguntaste- comentó quitándole importancia

-Pregunté donde nos quedaríamos y tú solo dijiste "tranquilo, yo me ocupo de eso" como con todo...-

Javier se detuvo de repente y me miró con una mueca en el rostro -está bien, lo siento, no pensé que te importaría tanto...-

Aún no le había perdonado por completo pero respiré hondo y finalmente acepté sus disculpas

-No importa, ya está hecho-

Había interactuado con su familia algunas veces, tanto en alguna competición como en alguna visita a Toronto y siempre me habían transmitido una buena sensación, pero de ahí a estar a punto de convivir con ellos... hubiese agradecido un tiempo para asimilarlo como mínimo.


Una vez más Javier tenía razón, nos esperaban, o eso interpreté por las caras de sus padres nada sorprendidas de mi presencia. Enseguida comenzaron a darnos lo que creo que fue una bienvenida, con sonrisas y abrazos incluidos, en un idioma que aún era incapaz de descifrar. Si hubiese sabido que me tocaría convivir con más gente habría tomado más en serio aquel curso exprés de español durante el viaje del que ahora apenas recordaba un miserable "hola", "sí", "no" y "gracias".

-Mi hermana ya no vive aquí así que hay una habitación para cada uno- aclaró el patinador español -¿te quedas en la suya o prefieres que cambiemos?-

-La suya está bien- respondí, no era tan infantil como para que me molestara quedarme en una habitación solo porque fuese "de chica...".

Mi compañero me guió entonces, mostrándome las distintas habitaciones hasta llevarme finalmente a la mía.

-Yo estaré justo en la de al lado así que si tienes algún problema no dudes en avisarme- comentó dejándome allí antes de marcharse aparentemente a deshacer su maleta.


Miré a mi alrededor, me coloqué justo delante de la cama y seguidamente me dejé caer sobre ella como si de un muerto se tratase y sintiéndome algo estúpido, ya sabía que venir no era una buena idea pero la situación en la que me encontraba de repente me había descolocado "Javi, eres un idiota ¿como no se te ocurrió avisarme de algo así?" pensé mientras comenzaba a patalear sobre la cama como un niño pequeño.

-¿Así es como pruebas la cama?- Se burló una voz que identifiqué inmediatamente.

-¿A caso se te ocurre una forma mejor de hacerlo?- comenté girándome hacia él y observando como me miraba fijamente sin decir nada, no fue hasta que el silencio se alargó un poco que me di cuenta de por que no había obtenido una respuesta aún y sentí como una vergüenza enorme me invadía -era broma- solo acerté a decir mostrando una sonrisa nerviosa antes de esconder mi cabeza en la almohada deseando desaparecer.

-Lo suponía- aclaró él aún desde la puerta de la habitación. Incluso si no le estaba mirando estaba seguro de que en su rostro se había dibujado aquella sonrisa forzada que había visto incontables veces.

Pese a que no escuché sus pasos al acercarse se sentó a un lado de la cama, el que no quedaba pegado a la pared, y colocó su mano en mi espalda acariciándola con delicadeza -¿Por que no vamos a dar una vuelta? te mostraré los alrededores- pronunció en tono calmado antes de cambiarlo por uno animado y darme una palmadita -venga, vamos-

Noté como comenzó a caminar hacia la puerta, yo simplemente levanté mi cabeza de la almohada y le miré antes de finalmente seguirlo sin oponer resistencia; al fin y al cabo estaba allí por él.

Podría decir que simplemente iba a dejarle pasar esto como compensación por como me había comportado en el mundial, pero solo sería una media verdad. Lo cierto era que por mucho que me resistiera siempre acababa cayendo cuando me hablaba con aquel tono, cuando me mostraba una sonrisa sincera o cuando me acariciaba con aquella delicadeza infinita... como si fuese la cosa más preciada para él.


Fuimos a comer al bar de unos conocidos suyos y después me enseñó distintos lugares, todos ellos acompañados de anécdotas sobre su infancia... parecía feliz al recordarlas y aquel sentimiento se contagiaba, pero eso no cambió el hecho de que aquel había sido un día largo y en cierto modo agotador; así que tan pronto como volvimos a su casa nos marchamos cada uno a nuestra respectiva habitación a descansar.


Me tumbé sobre la cama y sin poder evitarlo recordé lo vergonzosa que había sido la conversación que habíamos tenido allí hoy mismo... y como una vez más había cedido ante ti.

Dibujé una débil y triste sonrisa de forma inconsciente en mi rostro y coloqué con delicadeza mi mano sobre la pared que impedía que pudiese verte en aquel instante, como si a través de ella pudiese acariciarte directamente y que así percibieras como me sentía; posiblemente este solo era otro intento cobarde de abrirte mi corazón, de mostrarte mi amor no correspondido... cosa que nunca haría de forma directa por respeto a tu relación y por miedo a alejarte más de mí...

Sabía que así nunca serías mío mientras que yo ya era completamente tuyo...y aunque era yo mismo quien se había condenado a vivir aquella situación tan dolorosa no podía evitar recurrir al alivio que aquella inocente caricia en la pared me aportaba.

Fue en aquella misma postura que finalmente caí dormido.

El precio del oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora