La noche era cómplice de nuestras ganas
de sentirse vivos sin medir la consecuencia de nuestros actos.
Las estrellas cocinaban un coqueteo de luna, vino y desvelo.
Un par de velas amenizaban el silencio de nuestras bocas
pidiendo besos de chocolate.
Tus ojos de miel le ponían incertidumbre a mis ganas
de perder la razón estando a centímetros de tu mirada fija.
Esa noche nuestros peldaños hacían camino hacia la aventura.
Tu mano pedía que mis dedos perdieran el respeto de las formalidades.
Sentía que mi pecho a tu corazón de acoplaba,
No era un sueño lo que estaba viviendo,
Era real tu tacto, tu palpitado el beso anhelado .
Tus cabellos de sol olían a estrellas de un cuento impregnadas.
De tus labios el vino se purificaba en agua bendita.
De tu cintura mis manos bailaban la bachata desvelada,
Tu ombligo con mi ombligo coqueteaban
Era una guerra declarada que de una promesa nació.
La luz de la luna se colaba por las cortinas de una cena para dos.
El desvelo era una amenaza que nuestros cuerpos cocinaban hace tiempo.
Música de fondo le hacía compañía a quedarse despiertos toda la noche,
Dejamos la pasta y el vino abandonados en la mesa,
Era inevitable,
Tus labios pedían postre y mi boca quería ser ese antojo.
Nos miramos con palabras mudas
Y miradas que gritaban de todo.
Aliento con aliento nos fuimos acercando sin perder tiempo.
Tu piel temblaba
Mis dedos calmaban tu terremoto
Un suspiro nació de tu pecho y de pronto ese desvelo
lo convertimos en un cuento cuando de tus labios probé el cielo.
