Capítulo 15

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Dedicado a: Dark_elv
Se me corta la respiración y Daniel presiona mi mano, no sé si para detenerme a mi o a él. Alec se tensa a mi lado y me pega más a él, también inmovilizandome.
¡Gracias por no dejar que me le vaya encima!
—Allie—solloza ella.
—Madre—mi voz tiene un aire irónico.
Y allí esta, la única persona a la que odio en el mundo, frente a mi. Podría matarla en qué... ¿Dos minutos? Podría alegar que fue en defensa propia.
—Estas tan... —extiende sus brazos hacia mi, esperando que corra a abrazarla. En vez de eso, me limito a mirarla con aburrimiento—. Abrázame—pide.
—No.
—Allie, no seas tan dura conmigo—sus palabras me dan igual y solo consigo pensar que, su inglés no es muy bueno. Parece forzado.
—¿Y por qué no?—sonrío con crueldad.
—Porque soy tu madre—parece ofendida.
¿Ofendida? ¿Ella? Me suelto a reír e incluso Daniel suelta un bufido incrédulo.
—Ah, re loca que es—suspira Daniel mirándome con diversión.
—¿Piensas dejarnos pasar o qué? Porque hemos hecho un puto viaje de no sé cuántas horas para poder llegar, así que, acabemos rápido—miro a Claudia sin sentir ni una pizca de amor. Sólo asco.
La casa no tiene nada que ver con la que vivíamos antes. Esta limpia, es muy notorio el olor en el aire a limpiador. La casa tiene una decoración moderna y todo parece ordenado, incluso parece de esas que ponen en las revistas.
—¿Y quienes son ellos?—me pregunta mirando a Daniel y Alec. ¿Cree que merece explicaciones?
—¿Y a ti qué te importa?—gruño.
Me mira dolida y, creo que tengo la oportunidad de comenzar mi venganza. Daniel, no me falles.
—Él es Daniel—lo señalo con la cabeza—, ya te he hablado de él. Y este—miro al rubio—, es Alec West, del pre-escolar.
—Daniel, ¡qué gusto por fin conocerte!—exclama y extiende su pálida y delgada mano hacia él.
Pero él no le corresponde, la mira impasible y luego, suspira.
—Por desgracia, señora, para mi no es un gusto—su voz es desdeñosa.
Claudia retira su mano y parece descolocada.
—¿Alec? ¿Alec West?—intenta con su única posible salvación.
—El mismo—tiene la mirada impenetrable y tampoco toma la mano que le ofrece.
—¿Cómo está tu madre?
—¿Cómo habría de estar, señora?
—¡Oh, llamame Claudia!
Ahora que ha dejado alcohol y drogas, parece más guapa. Tiene el cabello oscuro, piel blanca, ojos color mierda y es muy alta y delgada.
—¿Qué quieres?—le pregunto.
—¿Por qué no... Vamos a algún lugar? ¿Ya han ido a Antea? ¿O prefieren comer?—sugiere de manera entusiasta.
—Ya comimos, gracias.
—¡Oh, yo esperaba que comieramos todos juntos!—exclama.
Nadie dice nada, porque nadie esperaba eso. Poco a poco es como si alguien estuviera empapandome con gasolina y... Solo estuviese a la espera de empezar a arder.
—¿Y por qué no tú preparas algo? A fin de cuentas, eres chef.
Y ya estuvo, la chispa que me hace explotar.
—¡No soy chef!—le grito y me suelto del agarre de Daniel y Alec.
—Allie, tranquila—susurra.
Solo puedo pensar en todas los días que pase con hambre y que ella ni notó porque estaba ocupado metiéndose no sé qué mierda.
—¿Quieres que te cocine algo? ¿Eh?—bramo acercándome a ella. Veo que Alec y Daniel se miran nerviosos, de modo que mejor me pongo a gritar en español—. Claro, hay que aprovechar que mi hija es estudiante de gastronomía y haga todo lo que yo en diez putos años jamás hice—-imito el ridículo tono de voz que tiene.
—Allie yo...
—Pues entonces, cierra la boca y mirame.
Avanzo furiosa hacia la cocina, no tengo que buscarla, desde donde estaba se veía.
Oigo pasos apresurados siguiendome. Nadie me detiene.
—Mira, mamá. Mira como es que sobreviví a pesar de tus pésimos cuidados—mi voz esta llena de furia y odio.
Vaya, ahora si que tiene una gran despensa. Si hubiese tenido la mitad de cosas que hay aquí hace nueve años, la infinidad de cosas que habría podido hacer.
Pero no.
Ni siquiera había gas, lo único que siempre tenía era tortillas duras y mayonesa o huevos y aceite, que a fin de cuentas, terminaban en mayonesa.
Aprendí a hacerla cuando un día Claudia estaba tan drogada que la llevaron al hospital. Iba a morirse. La mamá de Coral, mi supuesta mejor amiga, me llevó a su casa y, al ver lo duro que estaba el pan y su escaso dinero, preparó una mayonesa en un desesperado intento de humedecer el pan.
Me salvó la vida. Desde ese día mi única comida era una tortilla fría con mayonesa. Sabia horrible, pero era peor morir se hambre.
Así que, por venganza, le preparo un taco de mayonesa. No caliento la tortilla, no preparo la mayonesa yo, ella ya la ha comprado. Mejor así, ponerme a hacerla arruinaría mi arrebato de furia.
—¡Tragatelo!—le ordeno y se lo lanzo a la mesa.
Veo que Daniel esta confundido y debe estar haciendo memoria de todo lo que le enseñe para traducir lo que acabo de decir.
—¿Qué?—Claudia tiene el cinismo de parecer aturdida y se sienta en un largo banco de acero.
¿Qué? ¿Ya no se acuerda cómo sobreviví tantos años?
—La comida no se tira, idiota—repito la frase que me dijo más de cien veces cuando me daba leche caducada.
—¿Por qué...? —solloza.
La tomo del cabello y la obligo a que coma el taco. El sonido de su llanto solo sirve para hacerme sentir mejor y darme valor para continuar.
—¡Comelo!
Entre sollozos lo come y es inevitable sentir satisfacción.
—Asqueroso, ¿no?—le digo y no responde—. ¡¿No?!
—Por favor—susurra en dirección a los chicos.
Ellos niegan con la cabeza y entiende que no recibirá ayuda de parte de ellos.
—¿Más?—le pregunto.
Tiene la cara llena de mayonesa y en conjunto con las lágrimas, da lastima.
—Detente—susurra.
—Dime tres razones—le grito y jalo más de su cabello, obligandola a mirarme—. ¡Dime tres putas razones!
—Soy tu madre, Allie. Por favor.
—No pareció importarte hacer más de diez años—le suelto con frialdad y, puedo decir todo lo que he callado estos ciento diez meses—. Preferias irte de fiesta y, cuando estabas en casa te la pasabas tan drogada que no notabas que me moría de hambre, o no te importaba. ¿Quién cuidaba de mi, Claudia?—comienzo a llorar—. ¿Cuantas veces no me golpeaste hasta que ya no podías más? ¿Eh?—le azoto la cara contra la mesa de madera y comienza a sangrarle la nariz y el labio.
—Por favor.
—Nunca pensabas en las sopas que te preparaba cuando estabas tan enferma como para poder moverte del estúpido y mal oliente sillón—sollozo.
—Perdón...
—Ah, claro—me limpio las lagrimas con el ante brazo, un gesto muy poco femenino y entonces recuerdo a Daniel y Alec—. Porque con un perdón se elimina todo el daño que me hiciste a mi. Te odio.
La suelto y salgo corriendo para que no me vea llorar. No quiero recordar, no quiero, no quiero.
Un dolor horrible surge dentro de mi. Corro hasta que el dolor de no poder respirar es mayor que el de mis sentimientos.
La odio, jamás debí de haber venido.
Un inmenso campo verde es lo único que tengo en frente y me pongo a pensar en las maravillosas tardes que pude pasar con Claudia en el pasado.
Tropiezo y caigo de rodillas al perfecto pasto. Siento un ardor recorrer las rodillas, suelto un chillido.
Y empiezo a gritar. Grito sin importar nada, no le grito a nadie en especial, ni siquiera a Claudia. Grito hasta que mi voz sale ronca y me duele la garganta, de modo de que, ahora son solo sollozos.
Golpeo el pasto pero luego de un rato noto que mis nudillos estan al rojo vivo. Mierda.
Mierda.
Mierda.
¿Cuánto rato llevo así? ¿Y Alec y Daniel? ¿Y Claudia?
—Ah—chillo cuando una salada lágrima cae sobre mis nudillos. Arde muchísimo.
No he actuado de manera exagerada, ella se merecía eso y más. Yo estuve años soportando sus abusos.
Mi padre y mi madre se conocieron en una carrera ilegal de motos. La culpa es de mi padre por esperar encontrar el amor verdadero en un sitio así.
Él se enamoró y ella supongo que estaba fascinada por todo el dinero de él. No sé si llego a quererlo pero, en las fotos parecen felices. Compraron una casa rodante con la intención de viajar por todo el mundo, eran la pareja perfecta. Pero la madre de mi padre no aceptaba la relación, así que le dio a elegir: Claudia o ella. Eligió a mi madre y con eso, lo perdió todo.
Luego nací yo y mi madre cayó en el mundo de las drogas. Mi padre trabajaba gran parte del día y me dejaba a mi con mi madre, más de una vez estuve a punto de morir ahogada con la leche. Y él se hartó de todo cuando yo tenía seis años. Quería llevarme con él, pero mi madre sabia que solo conseguiría dinero si yo estaba con ella así que... Suplicó a él que yo me quedara con ella, que no podía vivir son mi.
Él aceptó y cada mes mandaba dinero de sobra para que yo viviera con lujos. Pero ella lo gastaba todo en drogas o alcohol y yo me moría de hambre.
Y tres años después mi padre decidió que quería verme y fue a buscarme.
Me salvó la vida, quizá ahora yo sería una adicta a la heroína o algo peor.
Así que, no. No me arrepiento de lo que acabo de hacer.
—Allie—oigo que a lo lejos alguien me busca. Daniel, creo.
Todo mejoró cuando me fui a vivir con él, aunque no hable por tres meses. Subí cerca de ocho kilos y la nutriologa dijo que apenas y llegaba a un peso normal. Visite cerca de veinte psicólogos y psiquiatras que, al final, no lograron eliminar mi odio hacia ellos, solo se encargaron de esconderlo y meterme tanta mierda sobre que el futuro es hoy, ajá.
Y finalmente, conocí a Daniel y sin ser más que otra persona igual o peor de jodida que yo, me salvó.
Y por eso lo amo.
—Mierda, Allie—grita ahora más cerca.
No me gusta que me vea llorar pero estoy demasiado adolorida como para que me importe.
—Allie, carajo—me acaricia la espalda y se sienta a mi lado.
¿Qué puedo decirle? Jamás le he hablado con detalle todo lo que pase de niña y luego ve como le grito a ella.
—No me detuviste—murmuro con voz ronca.
—No la mataste.
—Pude hacerlo.
—Solo iba a detenerte si agarrabas un cuchillo o le aplastadas el cráneo.
—Entonces, ¿crees que no me pasé?
Niega con la cabeza y se encoge de hombros.
—Se lo merecía y, va a sobrevivir, según Alec.
—Estudia medicina, debe de saber lo que dice.
—¿Por qué un taco de mayonesa, Allie? Qué asco.
—Fue una broma privada—sonrío.
—Muy privada... ¿Puedes traducir todo lo que le dijiste? No logro entender nada.
—No la llame puta—susurro en voz demasiado baja, patética.
—Yo si—me mira.
—¿Y Alec?
—Le puso vinagre en vez de alcohol, casi se vomita.
—¿La curó?
—No creo que esa sea la palabra. Allie, le puso vinagre en la nariz—exclama riéndose.
Me habría gustado ver eso.
—¿Dónde está ahora?
—Fue a buscarte, queríamos ver que no ibas a suicidarte o algo—intenta hacerme creer que es una broma, pero quizá si lo creyeron.
—Quiero irme ya.
—¿No quieres arreglar las cosas?
Niego con la cabeza y me sorbo los mocos.
—Ven, vamonos, preciosa.
Me toma de la mano y suelto un grito ahogado de dolor. Idiota.
—¿Puedes caminar?—me mira las rodillas raspadas y ensangrentadas.
Sacudo la cabeza y me carga en brazos. Se siente tan bien estar así, escuchando su corazón. Me siento protegida a su lado.
Veo a Alec a lo lejos y sé que todo estará bien, muy bien.

***
Hola lml
No hay mucho que decir, espero que este capítulo aclaré cualquier duda de por qué Allie odia a su madre, pero, si en general tienen una duda de la historia, comentenla.
También, si quieren que les dedique algún Capítulo, haganlo saber por comentarios.
Cambio y fuera :v

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