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Harún tocó la puerta.

Tenía el mismo problema de antes. Beeps intraducibles lo molestaban toda la noche y se le notaba en las grandes ojeras, en su rostro apático.

Haruna estaba recostada en la pared de la sala, al lado de la drácena cuyas hojas se empezaban a marchitar. Levantó el rostro hacia Harún, ambos se miraron con desgano. Harún se sentó en la mesa de la sala y extendió la mano hacia la silla vacía. Haruna suspiró y se levantó; después de ocupar su lugar, cruzó los brazos sobre la mesa dejando caer su rostro encima de ellos. Con los ojos cerrados dijo: te escucho.

—Tenemos un serio problema sin el cristal —dijo Harún—. Sé que es una pregunta difícil, pero, ¿tienes alguna idea de cómo podemos resolverlo?

—Todo el tiempo busco una solución, sin suerte —respondió Haruna sin levantar la cabeza.

—¿Crees que deba ir a México?

Haruna se quedó callada unos instantes, pensé que se había quedado dormida.

—No creo que sea buena dando consejos —dijo al fin—. Confié en que Sabah estaba de nuestro lado, le pedí que venga a nuestra propia casa y ya ves lo que pasó. Si te digo que vayas a México, cómo saber si eso es bueno o malo.

—No seas tan dura contigo, esa niña podría haber engañado al mismo Papa si se lo hubiera propuesto —dijo Harún, cruzándose de brazos—. Tiene gente entrenada, quizás alguien con mucho dinero la está apoyando, no es un rival fácil.

Alguien tocó la puerta. Esto siempre me ponía un poco nerviosa pues todavía no me reponía de la forma en que nos quitaron el cristal.

Era Max, que se apresuró en tomar asiento. Abrió su laptop y dijo:

—Sabían que en la ciudad de México hay unos meteoritos en un lugar que se llama Palacio de la Minería. ¿Y si hay que buscar algo en ellos?

FANFICTION - La estrella de HarunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora