epílogo.

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Luego de un año Rubén quemó sus escritos. Su promesa de prohibirse escribir y prohibir que la gente lo escuche seguía en pie.

Mangel volvió a saber lo que era ser feliz con otra persona.
Rubén volvió a saborear la satisfacción de morir.

“Lo siento Mangel.”

                            
                             .     .     .

Lo siento, Mangel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora