°ESTA CAMA ES UNA ISLA HECHA DE PLUMAS°
Los sonidos obscenos que producían el vaivén entre las caderas del castaño contra el trasero del chico con cabello negro retumbaban con potencia por toda la habitación, en un acto que dejaba en claro que lo reclamaba como suyo. Entre ellos no había muchos problemas, eran un simple par de jóvenes que habían aprendido a amarse en cuerpo y alma. Dejando de lado todo lo que algún día quiso separarlos.
Las uñas del menor clavadas en la espalda del tatuado causaron que este se encontrara más duro y el menor de los chicos lo resintió en su interior.
Jadeos y gemidos incontrolados es lo que salía de lo profundo de sus pechos y lo único lógico que sus cuerdas vocales pudieron gritar fueron sus nombres al tiempo en el que el joven de ojos azules manchaba sus estómagos con el espeso semen, provocando un fuerte apretón con sus nalgas al rededor del pene de su novio, obteniendo que el mayor se corriera dentro de él acompañado del sonido más sensual para el propio goce del menor.Eran jóvenes, libres de amarse como quisiesen, habían pasado por tantas ataduras que lo mínimo que ahora necesitaban era estar juntos en el departamento recién comprado.
— Nunca había disfrutado tanto mis vacaciones – ronroneo el menor entre el cuello de su novio aferrado al torso tatuado y varonil que poseía su amado. Habían pasado tres semanas desde que Andy había terminado el bachillerato y con su lugar asegurado en la universidad de Londres, misma donde su novio estaba estudiando ciencias de la comunicación, se dejó caer en un descanso completo y abrumador a lado de quien más amaba en el mundo.
El castaño dejos escapar una risita con aquel comentario; cuando ambos seguían en el instituto, las vacaciones eran un completo desastre, eran un sinfín de días de eterno aburrimiento y con ellos a unos cuantos kilómetros de distancia en donde ninguno podía darse lujo de ver a otro. De eso trataban sus vacaciones, de ellos estando separados, un tiempo de ocio y llamadas a distancia.
― Las mejores vacaciones de tu vida, ¿no? – remarco el castaño, pegando al pequeño contra su cuerpo impidiendo el espacio entre cuerpos desnudos y sudorosos.
― Las mejores. – Nunca se hubiera imaginado que así iba a ser su vida después de tanto tiempo sin conocer realmente lo que era la felicidad. Había crecido como un chiquillo asustado de todo el mundo que lo rodeaba, en específico de los extraños. A Andy Biersack, no le gustaban las cosas nuevas, romper su rutina y en específico probar cosas fuera de su conocimiento, le tenían aterrado. No le gustaba hablar con nadie que no conociera y fue así como comenzó su primer año de preparatoria, solo y sin contacto alguno con otra persona que no fueran sus padres o profesores.
Pero las cosas cambian, y las personas también.
Con picardía y astucia, el castaño empezó a besar el cuello de su novio, de una manera en la que él sabía cómo llevar al pelinegro al borde de la locura.
― Oli... - dejo ir el pelinegro en un suspiro entrecortado. Oliver lo estaba tentando a retomar las acciones que los había llevado anteriormente a un momento de éxtasis y pasión entre las arrugadas sabanas de la cama, las mismas que ahora cubrían apenas una parte de sus cuerpos.
Tomando una mejor posición, pasando completamente por encima de Andy para dejarlo tendido debajo de su imponente cuerpo, Oliver comenzó a lamer y morder la clavícula expuesta del hombre de su vida, se veía tremendamente hermoso desde ese y desde todos los otros ángulos posibles en los que lo pudiese ver. Para Oliver Sykes, no había hombre más perfecto que el chico tendido sobre su cama.
Lo quería, carajo, lo amaba. Aquel pequeño niño se había robado sus más profundos suspiros desde la primera vez que lo miro, con aquellos ojos bañados en miedo.
Mismos que ahora estaban entrecerrados, luchando por mantenerse abiertos para poder admirar la escultural figura de su novio besando todo su cuerpo.
Oliver regreso a los labios de su compañero y le dio un beso urgente y fogoso mientras tomaba posesión de sus caderas.
― ¿Es enserio? – pregunto jadeante el menor, retorciéndose de placer bajo el tacto de Oliver.
― Nunca podría tener suficiente de ti, eso deberías de saberlo. – Le respondió con una enorme sonrisa en su rostro de superioridad, ni siquiera tenía que decirlo para hacerle saber a su novio cuanto lo necesitaba... otra vez. – ahora, ¿por qué no te das la vuelta, cariño?
Con timidez y lentitud, el chico rodo sobre sí mismo dejándole a su novio una vista de su trasero y juro que nunca en toda su vida tendría una vista tan llenadora como aquella que presenciaban sus ojos justo en ese instante.
Apoyo sus manos sobre las caderas del chico que tenía la cabeza apoyada entre las almohadas y levanto su trasero, encontrando así el punto que estaba buscando. Saco su lengua y delineo la circunferencia de su ano expuesto, causando en el hombre de ojos azules un estremecimiento en todo su cuerpo.
Un grito de placer absoluto se dejó escuchar en todo el cuarto, en cuanto sintió la humedad del órgano dentro de él. Era el maldito límite, lo necesitaba, ahora.
― Deja de jugar conmigo Oli. – exigió entre suspiros jadeosos contra la almohada frente a su cara. Lo que provoco la risita del castaño aun dentro de su novio, llevando a Andy al mismísimo Olimpo con la sensación cálida y húmeda entre sus paredes.
― Lo que mi novio ordene – susurro en su oído para acto seguido introducirse en él de una sola estocada, sosteniendo su cuerpo en un lugar fijo para comenzar con el movimiento frenético.
Andy había tenido razón en algo, si fueron sus mejores vacaciones.
(*****)
24 horas con 7 minutos.
Es la cantidad de tiempo en que le tomo a Oliver Sykes darse cuenta de que en verdad le hacía falta algo.
Ni la calidez de su cama pudo reconfortarlo durante la noche, le hacía falta su almohada personal. Le hacía falta su novio.
Nunca imagino lo complicado que se tornaría su relación. Quería llamarlo, quería tenerlo en sus brazos, maldición quería besarlo desesperadamente quitarle el aire de los pulmones y tenerlo bajo su cuerpo pidiendo que lo tomara como suyo.
Le había costado toda su fuerza de voluntad dejarlo ir en el aeropuerto, e incluso cuando llamo 8 horas después para informarle que ya se encontraba en la que sería su habitación por los próximos seis meses.
Oliver no quería escuchar cual iba a ser su nueva habitación, sonaba a algo turbio, cómo si Andy estuviera con otra persona, como si esta ya no fuera más su habitación.
Habían hablado de tonterías por una hora, hasta que el cambio de horarios los hizo colgar, en cuanto el vacío del otro lado de la línea telefónica sonó, Oliver quiso llamarlo de vuelta para repetirle cuanto lo amaba.
Se calmó a sí mismo, reconfortándose en que habría más llamadas, además de que él también tendría que alistarse para en un par de días regresar a su segundo año de carrera en la universidad. "Nada muy grande puede ocurrir en seis meses", ese fue el pensamiento de Oliver Sykes antes de ir a dormir.
N/A: Es la primera jodida vez que escribo algo como esto. :v
Creo que soy un asco.
En fin, aquí está mi séptima historia publicada en wattpad, (publicada porque tengo cómo cuatro más en borrador. :v)
Oli no tiene llenadera. :v
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If These Sheets Were States || SYSACK
Conto"Sí estas sabanas fueran los estados Y sí estuviera a kilómetros de distancia Las doblaría de punta a punta Para atraerte más cerca de mí" Oliver y Andy aprenderan que la distancia no es una problema. Cuando se tiene el suficiente amor.