❝Te dejo en libertad...❞
Lo único que tenía Felix para desahogarse era una pequeña libreta de portada café, donde se hallaban lamentos y sentimientos, decepciones y pequeñas crónicas, todo escrito hacía una persona en específico: Fede.
Por...
Felix cerró la libreta con sumo cuidado, este le dió una última sonrisa antes de dejarla sobre el escritorio.
Se levantó de su asiento y bajo al comedor, las bolsas del supermercado estaban sobre la mesa del comedor, una señora castaña sacaba todos los objetos de la bolsa de plástico y con una enorme sonrisa saludó a su hijo.
—Hola cariño ¿Cómo te fue con Jessica? —preguntó la progenitora del pelirrosado.
—Bien, pero la extrañaré.
El pelirrosado se sentó sobre una silla del comedor, mordió su labio inferior y movía su pie con nerviosismo.
—Mamá... —la señora asintió dándole a entender que lo escuchaba—. ¿Qué pasaría si le diera mi libreta a Fede?
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Miro por una vez más por la ventana, las gotas de agua del reciente aguacero bajaban lentamente.
—Hijo ¿Quieres comer un poco de pastel? —el de orbes azules negó—. Vamos pequeño, Eak solo se enfadó un poco.
—Oh, si no te ha hablado por dos días ni te ha tomado en cuenta supongo que esta enojado —contestó sarcástico el de mayor peso.
La progenitora de Fede negó enojada y se fue del comedor. Cuando escucho a su madre subir las escaleras, rápidamente corrió al congelador donde estaba aquel delicioso pastel de chocolate, cogió un pedazo grande y comenzó a comerlo.
—¡Sabía que no podías negarte al pastel de la abuela! —gritó su peliblanca madre desde la puerta.
—¡Mamá!
Las personas que se hallaban en la cocina comenzaron a reír a carcajadas, sin embargo ese lindo momento fue interrumpido por el sonido del móvil de joven vibrar.
Rápidamente tomó el móvil entre sus manos esperanzado de que fuera un mensaje de su amado novio, la gran sonrisa que anteriormente se había formado en su rostro se desvaneció por completo.
Su madre notó que el comportamiento de su hijo había cambiado repentinamente, así que se acercó a un lado y lo tomó por el hombro, miró las letras que estaban en la pantalla del móvil y soltó un "Oh" casi inaudible.
"Oye Fede ¿Podemos vernos en el parque? Por favor, es urgente.
– Felix".
Releyó una vez más el contenido del mensaje para ver si no se había equivocado en leer algo.
—Sabes Fede, deberías de ir —apoyó la señora progenitora con un tono suave—. Si es tan urgente como se ve, al menos deberías de ver de que se trata.
