Capitulo 4- Me siento tuyo

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¿Hola? ¿Enamorarme? ¿Rob? Espera espera, pero si no deja de tirarse tías, no hace más que picarme con tonterías ¿y ahora de repente enamorado?

Vale que haya una atracción física, es normal joder mira como está él, pero de ahí a enamorado de mí, con la de chicas que ha estado, que me dan mil vueltas a mi...

Me quedé sin poder decir nada, mirándole sorprendida y con una sensación rara en el cuerpo.

Rob se quitó la chaqueta del traje y se quedó en camisa andando dentro de la habitación.

Me gustaría saber qué es aquello en lo que estaba pensando, si realmente sentía algo y un sinfín de preguntas que quería encontrar respuesta pero que era difícil de obtener.

Entré con él y observé que estaba haciendo, sonreí levemente y cogí del frigorífico de la habitación una cerveza y me senté con él en la cama.

- ¿Me la abres?

-Si claro

-Gracias

-Nada Amelia

Puse la tele y salió una película porno, empecé a reír intentando quitarla, pero no sabía cómo iba la televisión así que la apagué. Rob seguía riendo y le saque la lengua.

-Si quieres la vemos para tomar nota...

-Si te apetece... ponla

- ¿Qué te pasa?

-Nada

-Venga, con ese cuento a otra chato

-En serio, no me pasa nada

-Pues a mí si

- ¿Qué te pasa?

-Tú

Soltó una carcajada y bebió de su botellín, le miré y suspiré, otra cosa no, pero sé cuándo le pasa algo y hasta que no me lo cuenta no paro.

Me senté sobre él a horcajadas y se sorprendió.

-Suéltalo ya

-Amelia...

- ¿Qué?

-Vas a despertar a la bestia...

-Si quieres me voy...

-Pues...

-Ah vale nada nada

-Boba

-Cuéntamelo...

Puse pucheros mirándole, sabía que eso le ablandaría y suspiró al ver mi táctica.

-Eres muy mala tía...

-Jé lo sé

-No es nada, ¿tienes hambre?

-Sí pero ahora no hablamos de eso...

- ¿Y de qué hablamos?

-Tú sabrás

- ¿Yo? Yo no sé nada, solo que si sigues así vas a conseguir a la bestia...

-Suena muy tentador...

-Sabes que si fueras otra ya estarías abierta de patas y desnuda ¿no?

-Sí, pero no soy otra...

Me levanté de encima de él y me quité los zapatos dejándolos a un lado, luego me terminé la cerveza y le miré.

-No no lo eres, soy consciente de que no eres otra cualquiera, que eres tú, Amelia.

Mencionando mi nombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora