XII.

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¿Cómo el corazón se aferra a latir cuando lo único que quieres es que se detenga?

¿Cómo una misma persona puede amar y llorar de dolor por aquel que ama?

¿Eso es amor? ¿De verdad?

No.

Es masoquismo.

Es como tocar la herida una y otra y otra y otra vez. Observas cómo la abertura se hace cada vez más grande, cómo brota sangre a borbotones y no tienes nada con qué detener la hemorragia. Nadie quien te ayude a detenerla.

En estos momentos estoy dividida en mil pedazos. Es raro, no me gusta esa sensación porque duele. Duele todo, mi respirar, el silencio en la habitación, los recuerdos.

Te narraré una pequeña historia.

Estás con el ser que más amas. Entran en un clímax de perfecta armonía. Piensas que todo está bien, no hay de qué tener miedo, con él estás segura, puedes al fin descansar entre sus brazos.

Entonces él se levanta, saca una pistola, apunta directo a tu corazón y dispara, no una, sino varias veces. Sientes los disparos impactando en tu cuerpo, pero aún así no dejas de mirarlo a los ojos, estupefacta, desconcertada, preguntándote y preguntándole qué está haciendo.

No tuviste necesidad de sacar ningún arma ni dispararme con ella. Tus palabras, cada una de ellas, desde el principio, presagiaron que algo no iba bien.

Sólo fui tu pasatiempo. Muy bonito mientras duró. Me quieres, de hecho, te gusto, te sigo gustando, pero no puedes verme más que como una hermana.

¿Quién diablos se acuesta con su hermana?

Hay que ser malditamente retorcido para pensarlo siquiera.

Me levanté de la mesa, interrumpiendo tu detestable monólogo. No dije nada más que diez palabras. Las únicas que tenía para ti. Todas y cada una mirándote directamente a los ojos.

"Está bien, al fin y al cabo tú y yo no somos nada"

No me volví cuando me llamaste desde la mesa donde estábamos sentados.

Tampoco lloré allí. No te iba a dar el gusto de verme caer.

Eché a correr nada más salir a la calle y no me detuve hasta llegar a casa de mi amigo YuGyeom, no estaba preparada para volver a la mía. No estaba preparada para ver el rostro de papá y mamá, mucho menos a mi hermano.

Llovía a raudales cuando llegué a casa de YuGyeom. Él abrió mucho los ojos al verme allí frente a él, empapada, destrozada.

No dijo nada, sólo abrió sus brazos; yo me abracé a él.

No dijo nada cuando lloré sobre su pecho a la vez que mojaba su ropa y su casa.

No dijo nada cuando fuimos a su habitación, me tendió toallas y algo de su ropa.

Sólo llamó a Jessica al ver que no dejaba de llorar, metida en el baño.

Y para empeorar las cosas, antes de que ella llegase, caía desmayada en medio de la habitación.

Todo esto me lo dijo él, yo no recordaba nada.

Esa noche, entre lágrimas, me guardé la vergüenza y le confesé todo a mi amiga.

Esa noche nos quedamos a dormir en casa de YuGyeom.



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YOU; wang [a.u] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora